Se pueden decir muchas cosas de Keanu Reeves como actor y casi ninguna buena: que no mueve un músculo de la cara, que anda tieso como si tuviese un palo metido por ahí, que siempre hace lo mismo, que no se le distigue cuando hace de borracho de cuando hace de sereno... en fin, todas las expresiones y chascarrillos que se nos puedan ocurrir para decir que el chico entra por la puerta y la expresividad sale por la ventana.

Y sin embargo yo no me pierdo ninguna de sus películas. Vale que no presenciaré matices faciales, expresivas miradas ni sorprendentes reinvenciones del método Stanislavski... pero el muchacho tiene el suficiente sentido común como para no participar en películas que le exijan lo que no puede dar. "Matrix", "Ultimatum a la Tierra", "Le llaman Bhodi"... provocarán arcadas en los críticos más puristas, pero yo disfruto como un enano con ellas. Y es que puede que Keanu no sea buen actor, pero es muy raro verle participar en truños y nunca desentona en las películas que hace de héroe de actor.

Igual que con Bruce Willis, sus películas podrá ser mejores o peores, originales o lo mismo de siempre, pero siempre sabes que se va a pasar un rato entretenido con ellas. Con "Dueños de la calle" pasa ésto mismo: es un thriller de policías duros, agentes corruptos y despreciables ratas de Asuntos Internos que ya hemos visto cientos de veces (en el cine o en Coslada), pero que resulta enormemente entretenida con el montón de actores conocidos (y buenos) que decidieron participar en la peli y entre los que destaca un curioso y convincente Doctor House metido a actor serio.

Abundante acción (creible y bien hecha) en medio de una trama que puede ser poco original (como ya hemos dicho) pero que aún así consigue enganchar desde el principio. Entretenida o, por decirlo con más palabras, de las típicas películas de Keanu Reeves (o sea, una garantía).