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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
8
Drama El objetivo de Andrew Neiman (Miles Teller), un joven y ambicioso baterista de jazz, es triunfar en el elitista Conservatorio de Música de la Costa Este. Marcado por el fracaso de la carrera literaria de su padre, Andrew alberga sueños de grandeza. Terence Fletcher (J.K. Simmons), un profesor conocido tanto por su talento como por sus rigurosos métodos de enseñanza, dirige el mejor conjunto de jazz del Conservatorio. Cuando Fletcher ... [+]
27 de abril de 2022
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda, la gran película de Damien Chazelle, que desprende unas enormes cantidades de energía fruto, sin duda, de años de preparación, depuración y perfeccionamiento hasta tener la oportunidad de llevarla a la gran pantalla. Muy por encima de la vistosa, pero artificial, “La la land”, “Whiplash” es, hasta donde he entendido, una acérrima defensa de la excelencia y la cultura de esfuerzo. En los tiempos que corren, no descarto que la intención de la película sea exactamente la contraria (denunciar que un profesor asqueroso trate de desarrollar el potencial de un alumno llevándolo al límitel), pero creo que no. Lo que a mí me ha transmitido es la denuncia de la mediocridad y del conformismo, provocadas por las que, en boca del soberbio J. K. Simmons, son las dos nocivas palabras que tanto daño ha hecho al arte y a la sociedad: «buen trabajo». La crítica a la tendencia actual de aceptar sin más lo que cada uno puede dar de entrada por miedo a herir sentimientos, en lugar de buscar corregir y perfeccionar si eso supone imponer alguna clase de castigo.

Pero si “Whiplash” es notable no es sólo porque desarrolle una idea atractiva o con la que me siento representado, sino también por la forma de contarla. Como decía, la película parece la ópera prima de un realizador que lleva tiempo buscando respaldo para ejecutarla y, tras cada negativa, tras cada aplazamiento, tras cada rechazo, vuelve al estudio y la reformula y retoca aquí o allá hasta que por fin, cuando le llega la oportunidad, cada plano, cada frase, cada secuencia está medida y estudiada hasta la extenuación para que sea imposible ponerle un pero en el plano técnico. La elección de la fotografía, el ritmo, cada encuadre, la paleta de colores, el sonido… todo es prácticamente perfecto y refuerzan el mensaje a transmitir. Las interpretaciones de Miles Teller y J.K. Simmons son fascinantes, quizá la del segundo más potente y llamativa y termina siendo el gran protagonista de la historia. Para mí, alcanza la categoría de icónico, de buscar ocasionalmente sus grandes momentos en Youtube.

Aunque la película está construída alrededor de tres o cuatro escenas de gran potencia, en el plano emocional, todo en la película consigue generar un conflicto interno porque es imposible no empatizar y sufrir con un Teller que aprende por las malas que el camino a la grandeza no sólo implica sobreesfuerzos, sino también sacrificios y que no hay segundas oportunidades. Pero, a la vez, también es imposible no estar de acuerdo con Simmons y aceptar que, en ocasiones, hay que cortar con crudeza las aspiraciones de la gente desde el principio (y ahorrarle decepciones futuras) o no aceptar menos de la perfección.

Con todo, aunque resulte increíble, “Whiplash” parece haberse quedado obsoleta en menos de diez años, consecuencia de la degradación intelectual y moral de Occidente en general y de España en particular. Es una película que, incluso vista con ojos de 2014, puede resultar dura porque destapa el sacrificio y las renuncias que hay detrás del éxito (al menos el conseguido legítimamente), de medallas de oro deportivas, del talento literario o musical… pero no resultaba sorprendente para nadie que para sobresalir hubiera que sufrir. En apenas diez años estamos asistiendo a reformas educativas en las que suspender es ofender los derechos del niño, repetir curso es dañar su autoestima y el acoso escolar es complicado porque tanto el acosador como el acosado son víctimas del sistema y ambas necesitan de ayuda por igual. Para mejorar las estadísticas de fracaso escolar prohibimos los suspensos. De los temarios con inclusividad y perspectivas de género y número ya ni hablo. Estamos, en definitiva, criando generaciones sobreprotegidas y aborregadas. En este contexto, no me extrañaría de que una película que habla de cómo subir los últimos peldaños de la escalera del éxito a base de sudor y esfuerzo personal terminara siendo considerada subversiva y, si evita la censura, le terminen obligando a incluir alguna frase de advertencia de que lo que van a ver es una ficción personal del autor y que todo el mundo tiene el derecho a ser lo que quiera ser sin trabajarlo específicamente. Al tiempo.
OsitoF
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