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Voto de Felipe Larrea:
10
Drama. Comedia Judah y Clifford son dos hombres enfrentados a sendos dilemas morales de diferente gravedad. Cuando Judah, un reputado oftalmólogo, pretende poner fin a su relación extraconyugal, su amante lo amenaza con arruinar su vida contándoselo todo a su esposa; según su hermano Jack la única solución es asesinarla. Por su parte, Clifford es un director de documentales que se ve obligado a rodar una película sobre su cuñado, al que desprecia. (FILMAFFINITY) [+]
24 de mayo de 2011
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este mundo sobresaturado de información en el que todos, y yo me incluyo, nos creemos simultaneamente presidente del gobierno, seleccionador nacional, listo del pueblo y autoridad competente, se requieren ciertas rutinas intelectuales para separar el grano de la paja y desenmascarar a los impostores. Más cuando se ha llenado el mundo de biliosos con fundamento, chuletas de los cuando tú vas yo he vuelto, revolucionarios con los gastos pagados, fuegos cruzados hacia ninguna parte y modernísimos que piden a gritos volver a la edad de piedra. Se podría encajar en alguno de estos grupos a Woody Allen, otro ilustre pesimista, pero al menos él ha dado con la tecla para que sus reflexiones se articulen de manera impecable, y esto, creer que los medios son el fin, supone una actitud tan constructiva que un servidor se siente abrumado por el magnetismo de los verdaderos idealistas.

El secreto está en el procedimiento. Se plantea un problema, se analizan las diferentes posturas dialécticas que existen frente a él, y se articula una hipótesis, siempre desde la capacidad analítica y autocrítica, desde la honestidad y el compromiso con la verdad, aunque esta sea desagradable. Si uno es capaz de sintetizar cuestiones complejas mediante explicaciones sencillas y lo adereza con abundante humor, pasa lo que aquí: que sale una obra maestra que resume todo el universo creativo e ideológico del director neoyorquino: si no te gusta "Delitos y faltas", es que no te gusta su cine.

Allen habla aquí de justicia, y de cómo la suerte y la posición social influyen en ella. Para ello se ayuda de dos historias que aparentemente no tienen nada que ver. En la primera cuenta un crimen perfecto y las dudas de un reputado doctor en cuya cabeza se mezclan una postura agnóstica y una religiosa, a la que además se añaden las aportaciones de un rabino cuya figura se trata con sumo respeto, justo en las antípodas de aquel cura metomentodo del Amenábar de "Mar adentro". Se desliza además una idea que no me saco de la cabeza: que lo más parecido a Dios es la propia conciencia.

La segunda historia ejerce de contrapunto cómico a la gravedad de la primera, pero no por ello abandona esos mismos temas de fondo, esta vez aplicados al terreno amoroso. Finalmente las dos historias confluyen y se expone una conclusión tremendamente inquietante: que la justicia no existe. Se puede estar de acuerdo o no (yo no lo estoy ni de coña), pero es una opinión perfectamente respetable por bien argumentada (no como el pesimismo sin matices de "Si la cosa funciona") y porque en el camino nos ha regalado varios momentos para la historia del cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Felipe Larrea
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