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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
10
Western. Drama. Romance En el verano de 1870, Averill e Irvine terminan sus estudios en la Universidad de Harvard. Veinte años después, viven en circunstancias muy distintas. Averill, más serio y visiblemente más viejo, se ha convertido en un "marshall" federal. Por su parte, Irvine, destruido y arruinado por la bebida, pero todavía en su sano juicio, es miembro de la asociación Stock Growers Agricultores, que está involucrada en un conflicto. (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2017
25 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia es bien conocida: Michael Cimino, niño mimado de Hollywood tras el monstruoso éxito de El cazador, se embarcó en un proyecto que debía ser la madre de todos los westerns, y acabó convirtiéndose en el mayor fiasco comercial de todos los tiempos. Hundió a la poderosa productora United Artists, que acabó absorbida por MGM, y acabó con la carrera de Cimino, que sólo pudo dirigir dos películas más. Fue, sin duda, un golpe de estado orquestado por los poderes fácticos de la Meca del Cine contra una cinta que ponía en cuestión la mismísima lógica del capitalismo. Era un ataque en toda regla contra la burguesía que oprimía a los pobres y desheredados, y no contenta con ello, planeaba masacrarlos para que no ocuparan sus tierras.
Esto queda patente en la versión definitiva en BluRay aparecida en 2015, a lo largo de los 207 minutos de duración, que pasan como en un santiamén. La historia que narra también es conocida: un grupo de jóvenes, malditos y bellos, se gradúa en Harvard entre risas, chistes y bailes. Veinte años después, las cosas han cambiado de manera amarga. Jim es agente de la ley (Kris Kristofferson en el papel de su vida), Nathan es un asesino a sueldo de los terratenientes (Christopher Walken, en una interpretación magnética), William (John Hurt, algo pasado de vueltas) es un borracho y un parásito, al servicio del desaprensivo Frank Canton (Sam Waterston, adecuadamente untuoso y repulsivo), líder de los ricos rancheros. Para colmo, Jim y Nathan aman a la misma mujer, una prostituta francesa que vacila entre ambos (maravillosa Isabelle Huppert). Desde el baile inicial tras la graduación, marca de la casa, hasta la masacre final en la batalla desesperada de los inmigrantes contra los mercenarios contratados por los terratenientes, Cimino pulveriza el sueño americano y plasma la realidad de un país de inmigrantes que quieren exterminar a otros inmigrantes llegados más tarde. La crítica, estupefacta y atemorizada por lo que planteaba la película, se empleó a fondo y ahuyentó al público de las salas de exhibición, dando pie al gran fracaso que hizo de La puerta del cielo una película maldita y, al mismo tiempo, de culto.
Ahora, gracias a la magia de la alta definición, accedemos no sólo a una copia impoluta de la película, sino también a la verdad oculta. La puerta del cielo era demasiado dura para los Estados Unidos de Trump, para la basura blanca del Medio y Lejano Oeste, para los headhunters de Wall Street y para el establishment de Hollywood. Daba igual la maravillosa fotografía del gran Vilmos Zsigmond (otro inmigrante), la triste y melancólica banda sonora de David Mansfield, las portentosas interpretaciones de todo el reparto, la minuciosa reproducción de un tiempo y sus gentes, la obsesiva dirección de Cimino, atenta a todos los detalles; era preciso acabar con el agent provocateur que venía a hurgar en heridas que nadie quería tocar.
Así se escribe la historia. Os animo a dedicar una tarde, o noche, al visionado de una de las obras capitales dela Historia del Cine, así, con mayúsculas. No os arrepentiréis.
Eduardo
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