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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Comedia. Drama La joven dueña de un exitoso negocio online dedicado a la moda acepta a regañadientes que la compañía contrate, como parte de un programa laboral, a un hombre de setenta años como becario senior. Sin embargo, poco a poco irá dándose cuenta de lo indispensable que puede volverse para la empresa. (FILMAFFINITY)
12 de noviembre de 2015
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay cada vez, quizás, una brecha más grande entre lo tecnológico y lo analógico.
Entre emociones verdaderas, perdidas en un mar de mensajes deletreados con autocorrector, que no capturan ni la mínima parte de su intención original, tras lo que pasan a ser tristes manifiestos de un mundo cada vez más rápido, que no espera por nada ni nadie.
En definitiva, que las relaciones personales importan tanto como importe la identidad internetera del que se tiene delante.

'El Becario' surge como comedia moderadamente amable en su principio, pero luego se topa con esa brecha, y decide hacer algo con ella.
Como Ben, su práctico protagonista, que no ve complicación alguna en su nueva situación. Viudo y sin trabajo, un hombre que cita que tanto el amor como el trabajo son la clave principal de la existencia, se entretiene exprimiendo todo lo que todavía puede tener, y se da cuenta de que tiene mucho que dar.
El vídeo de su entrevista es lo primero que conocemos de él, y en cierta manera lo último: no necesitamos conocerle más, todo esta ahí, una de esas personas que, pase lo que pase, siempre mantendrán la calma.

Al empezar a trabajar en la oficina de Jules ve que solo está allí por dar buena imagen a la empresa, solo es parte de una estadística que muestra que contratar becarios senior dará beneficios a largo plazo. La primera en la frente, un nada sutil pullazo a todas esas empresas que piensan en los números antes que en las personas que los cuentan.
Pero se impone el buen hacer de Ben: aprovecha al máximo su estancia, no deja asunto sin resolver e intenta por todas las maneras ayudar a sus compañeros, incluso en tareas que él no domina. Pronto llegará a los oídos de Jules, que en su empresa cuadriculada hay un empleado con iniciativa propia.
Y pronto llegará el encuentro entre los dos, en el que hay bastante más de lo que pueda parecer a simple vista.

Jules y Ben representan dos maneras diferentes de entender el mundo, apenas con unas décadas de diferencia.
La primera, una generación que se ha visto obligada a crecer demasiado rápido, creciendo sobre los cimientos ya construidos de otros, navegando por la red más por necesidad que por placer, dejando pasar el tiempo de calidad para aprovechar la siguiente "gran oportunidad".
El segundo, producto de un momento laboral que creía en el trabajo duro, donde a veces ser una pieza era más esencial que ser un todo, y donde no importaba lo que un papel dijera, tu habilidad era tu único aval. También, alguien que no perdió de vista que su trabajo era simplemente una red de seguridad para pasar tiempo con las personas que amas, no al revés.
No son críticas realmente, son simples contrastes: si algo sugieren las confidencias entre Ben y Jules es que hay que buscar tiempo para lo verdaderamente importante, siempre, de la manera que sea posible. Hay una agradable sutileza ahí: ella llora por su vida al borde del colapso, y él llora con una escena emotiva de ficción, de una película. Guarda tus lágrimas para emociones banales, no para lamentar verdades (incluso en los peores momentos, Ben sigue haciendo alarde de la calma que nunca le ha abandonado).

Puede que su discurso no sea demasiado profundo, puede que su aspecto inofensivo no parezca darle crédito para contarnos por qué los jóvenes hoy se arrastran en un mundo laboral donde antes se podía luchar con dignidad.
Pero es algo que está ahí, sin duda.
Charles
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