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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Fantástico. Acción. Aventuras Peter, un chico rebelde de 12 años, ha pasado toda su vida en un sombrío orfanato de Londres. Durante una noche delirante, se ve transportado desde el orfanato a un mundo fantástico de piratas, guerreros y hadas llamado Nunca Jamás. Mientras vive extraordinarias aventuras, intenta descubrir por qué su madre lo abandonó en el orfanato después de nacer. En compañía de la guerrera Tigrilla y de su nuevo amigo el Capitán Garfio, Peter debe ... [+]
15 de octubre de 2015
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Barbanegra le dice a Peter: “Nunca Jamás es como un sueño, uno muy real. Uno en el que no sabes si estás despierto o sigues soñando, pero todo parece tan real que confundes ambos términos. Más bien se parece a la envolvente sensación de hundirse en el mar, rodeado de tranquilidad.”
J. M. Barrie configuró a Peter Pan como el guardián de nuestra infancia más pura casi salvaje, y el recordatorio ya en nuestra adultez de esos días persiguiendo piratas que nunca volverán. Y en esta reedición de un mito con una carga simbólica tan grande, no se olvidan esas raíces donde conviven la alegría y la tristeza, al borde de una fantasía que pueda sanarla.

Peter ya es un niño con un pie en la adultez, pero sigue sin dejar de lado la fantasía.
Crecer abandonado por una madre sin explicación y las penurias de un Guerra podrían ser esos bocados de realidad que obligan a endurecerse, pero en Peter no hay rencor alguno: sigue viendo la expedición a por las galletas de la Madre Superiora como un acercamiento a la guarida de un dragón terrible, al que los fogonazos de los bombardeos dan incórporea forma.
El niño que nunca quiso crecer sigue teniendo esa sonrisa que lo impide, pese a que arpías viejas y feas amenacen con quítarsela.

Su aventura empieza con un barco pirata, como las mejores aventuras. Pero no uno cualquiera, sino uno volador: Joe Wright pervierte las leyes de la realidad al colar una nave entre aviones de la Luftwaffle, esquivando disparos y de paso a la propia razón, convirtiéndose en imagen indeleble de la propia (y gozosa) inmadurez que siempre nos hará ver realidades donde los adultos verán anomalías.
Por contraste, la presentación de Nunca Jamás casi parece envenenar la raíz del sueño juvenil, al concebir una isla perdida en medio del espacio y del tiempo, a la derecha de una estrella, y ponerlo como una mina donde el entusiasmo muere con el trabajo. Barbanegra es el perfecto anfitrión: el maestro de ceremonias, el excesivo villano, pero también la cara terrorífica y hastiada. Todo por querer alargar su vida unos cuántos minutos más, se burla de los recuerdos felices como ironía ante la muerte.

Quizá por eso Peter logra vencer a la muerte: porque tiene un verdadero recuerdo feliz, no ha olvidado.
James Garfio, su más reciente amigo, muy al contrario, si ha olvidado, a esa madre que a lo mejor conoció o a lo mejor no, o simplemente ha olvidado la inocente diversión, ya que sus bromas parecen cargadas de cinismo, el inevitable indicativo de que sí, uno se ha hecho mayor.
Del contraste entre ambos surge la colaboración, y también la esperanza: a lo mejor no todos son aprovechados piensa Peter, a lo mejor la inocencia no está del todo perdida piensa James. Ya eran caras de la misma moneda, antes de que nadie perdiera la mano.

Su viaje en sociedad al principio parece sin sentido, pero lo irá cobrando a medida que ambos descubran como Barbanegra fue el primero en sucumbir a la decepción y el egoísmo. La tierra y el agua cuentan, formando una historia que habrá de ser enigma primero, y el probable principio del propio Peter, una vez resuelto.
Nunca Jamás se muestra como una isla inestable y confusa, pero maravillosa, donde conviven lo más terrible y lo más placentero. Como un sueño que se podría tornar pesadilla, cocodrilos, sirenas e indios parecen primero fantasía desbordada para el asombro infantil, pero sin por ello dejar de esconder extremos punzantes que nos recuerdan que la madurez está a la vuelta de la esquina (como ese momento en el que Tigrilla, otra aliada de Peter, exclama "no haber mirado" cuando Garfio le dice que no podría haberla visto morir).
Incluso está el lujo de otra conversación entre Peter, la gran esperanza de la supervivencia, y Barbanegra, el humo negro que todo lo consume: entre sombras y telas, el capitán pirata daña a Peter terriblemente, pero sin estocadas, solo con dudas, la herida más poderosa en un niño que crece y quiere dejar de hacerlo.

'Pan' teme, por desgracia, desbocarse demasiado, expandir tanto nuestro subconsciente infantil que se tope con la sonrisa cínica de desaprobación de un adulto. Puede que de la misma manera que comenzó la rivalidad entre Peter y Garfio se puede ver el fallo en esta historia, que cree que su corazón está en el reencuentro de Peter con esa madre que nunca conoció, cuando quizás simplemente está en Garfio afirmando tajante que los adultos mienten sin cesar para confortar a los niños.
Pero en esta Nunca Jamás en construcción hay suficiente personalidad y fantasía para acoger a todos los niños que todavía, valientemente, se resisten a crecer.

Y quiero pensar que Barrie sonreiría al verla.
Porque un adulto siempre necesita fortalezas, y cuántos más las soñemos (reimaginemos, incluso) mejor construidas estarán.
Charles
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