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Costa Rica Costa Rica · Me encantan las galletas
Voto de Javier Moreno:
8
Comedia Teodoro, un ingeniero español que es profesor en la Universidad de Oklahoma, regresa a España para disfrutar de un año sabático. Al llegar, se entera de que su padre ha matado a su madre y, para compensarlo de la pérdida, le ha comprado una moto con sidecar para viajar juntos. Así es como llegan a un remoto pueblo de montaña que parece desierto; lo que ocurre es que todos los vecinos están en la iglesia, porque la misa es un auténtico ... [+]
27 de mayo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Surrealismo costumbrista que se adecua a las situaciones dadas en la cultura española que, lejos de tener un sentido unívoco, se entretejen como abanico de dimensiones abismales para engendrar sinsentidos más allá de las bromas.

José Luis Cuerda es un ejemplar cómico que retuerce nuestra base cultural y nos muestra qué somos, cómo nos comportamos y qué nos impide cambiar radicalmente.

En "Amanece, que no es poco" vemos el regreso a España de Teodoro, un ingeniero que da clases en la universidad de Oklahoma. Al volver se encontrará, sin mucha sorpresa, con la sociedad en la que se crió y que permanece fiel a sus costumbres. La descripción, a pesar de su anunciada extravagancia, no escapa a la realidad del interior de un país de ritos ancestrales. Todo está desfigurado con el fin de parodiar, tal vez criticar, la ignominia que en ocasiones acompaña la falta de cultura, el aferramiento al clavo ardiendo y la negación del avance.

La Guardia Civil como institución, el alcalde como inservible fuerza política, la importancia del campo y el amor que surge en su trabajo, la iglesia como lugar de reunión y desfachatez moral, pero también la enseñanza en las escuelas como único escape, la esperanza de los niños y borrachos, la falta de cultura exterior, la figura familiar descoyuntada y el existencialismo.

No es la primera vez que se realiza una película a modo de sátira con semejante propósito, los Monty Python son ejemplo de toda una saga de brillantes análisis culturales, que una década antes ya permitían que nos desternilláramos con Brian, los caballeros y la explicación al sentido de la vida. Pero en España nadie se atrevió, o nadie se lanzó a tamaña aventura, hasta que Cuerda nos dejó esta perla.

En la escuela se enseña con amor y sin dolor, dato opuesto al modo educativo que primaba en el país. En las tabernas se escucha ópera y se respira cultura burguesa, los extranjeros pasan casi desapercibidos y el respeto abunda rechazando estereotipos racistas, clasistas u homófobos. Además, y aquí el detalle más determinante, toda conversación viene aliñada con el vocabulario más exquisito. Exigencia de guión que toda palabra tenga el significado apropiado. Los abuelos se disculpan de no manejar cierto tema de discusión con la solvencia necesaria acusando su incultura, que les dominan las bajas pasiones. Asombrosas las propuestas al alcalde, las benévolas discusiones del cura. Increíble que mostrando la situación de manera inversa, se vean más claras las carencias y necesidades de un país precioso pero estancado en ciertas miserias.

Mi análisis cobra subjetividad y se torna oblicuo cuando dejo matices por destacar, pero dejo para debate todos los detalles que hacen de esta comedia un lugar maravilloso durante 110 minutos. Son muchas las frases para recordar, mucho surrealismo de jocosidad infinita, para resumir una sola persona. Os brindo, pues, la oportunidad de rellenar con los recuerdos de dichos pasajes.

Me quedaría con dos o tres puntos que hacen de la película una pieza clave del humor delirante, y probablemente serían el modo en el que uno puede ser nacido de la tierra, la veneración por Faulkner (que desata el conflicto central) y la distinción entre paradigmas filosóficos a manos de campesinos. Todos somos contingentes, pero esta película se hacía necesaria.

Recomendación absoluta para disfrute relativo, pasen y rían.
Javier Moreno
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