¿Qué queda del Pedro Almodóvar de esos años ochenta ya bien entrados en el actual siglo?; a día de hoy ponerse "Entre tinieblas" supone todo un ejercicio de reflexión, porque de forma inevitable cada vez que el director manchego aparece en cualquier charla entre amigotes es inevitable recordar sus orígenes, cuando en esos años ochenta era capaz de meternos dentro de un convento en el que no hay límites. Nada menos que cuarenta años desde que realizara una película que queda lejos de ser una obra maestra, pero muestra claramente la desinhibición absoluta y el juego del cine sin reglas ni límites.

Los primeros diez minutos son una clara declaración de intenciones, de ahí en adelante todo cabe, a lomos del caballo vamos a presenciar unas idas y venidas del guión que ya va a ser cuestión de los gustos de cada uno valorar mejor o peor su contenido. Hay quien detesta su frescura, su espontaneidad, su ausencia total de respeto por la iglesia en este caso... claro que meter tanta heroína en un convento puede ser insultante. Y si sólo fuera eso... porque Pedro hacía lo que le daba la gana, sin censura, por eso es bueno reflexionar y opinar si esa libertad absoluta se ha mantenido con el tiempo. Si sigue siendo en esencia el mismo o no. En todo caso, volver a mirar atrás nunca puede ser malo.