Yo no estoy de acuerdo en que una película por tener muchas nominaciones a los Óscar tenga que ser buena, para gustos los colores, ya se sabe, cada uno tiene sus propias inclinaciones. La película puede que esté bien hecha, pero puede gustar o no. David Niven y Deborah Kerr lo hacen muy bien, es cierto, cada uno con su disfraz y uno de ellos solo mejor que la extraña pareja Lancaster-Hayworth juntos. Por muchos nombres propios con los que se mezcle una película no ha de resultar forzosamente una obra mayor. Confesaré también que con tanto diálogo vacío a la vez que adornado me he aburrido bastante, bien es cierto que la idea original parte de una obra de teatro y las cosas difícilmente podrían haberse hecho de otra manera: todo ocurre en el hall y el comedor de un hotel, como mucho veremos a algún actor en la entrada, ni jardín ni playa, ahí queda todo. Bajo mi punto vista el teatro es mejor dejarlo donde nació, adaptar su contenido al cine no ha de resultar exitoso porque sí.

Me quedo con Niven, por supuesto, interpretando a un vulgar hombrecillo que intenta enmascararse fatalmente, y el final de una película, en un desayuno a elegir entre arenques y huevos pasados por agua... Yo también hubiera elegido café como Lancaster. Ni rastro de glamour en Deborah Kerr, disfrazada y alabada por su disfraz y con una Hayworth que aporta lo mismo que el botones, que es lo mismo que decir que no aporta nada, porque el botones ni aparece. De las historias que se cuentan me quedo con la de Niven, las demás son olvidables.