No quedaba otra que ver "Whiplash", película elogiada por la mayoría que tiene la atractiva etiqueta de 'cine independiente de USA' y que además se llevó varios premios. Para mí, es cine de mediodía. La historia de la relación entre el alumno con cualidades y el megalómano profesor es algo que atrae necesariamente, esas cosas siempre han gustado. Los puristas melómanos tendrán mucho que objetar sobre la imagen del jazz que nos es enseñada, mientras que a mí eso me da igual y lo único que leo de la película es la relación humana entre los dos personajes. Y eso es lo que es para mí cine de mediodía, algo que no va más allá, una película que si te quedas dormido un rato viéndola no importa mucho y que en su final siempre intenta despertar el interés que nunca se tuvo procurando dejar buen sabor de boca.

¿Qué más? Uno es un tontorrón que con dieciocho años prefiere dejar a la incipiente novia que rápidamente la tenía en bote para centrarse en su obsesión, que es tocar la batería mejor que nadie. ¿He dicho que es un tontorrón? Por supuesto, porque tengas la edad que tengas si un profesor te da un bofetón lo mínimo que hace cualquiera es levantarse y responder. ¿Una lagrimita y a seguir siendo machacado? Pues vale, pues venga. ¿Y el profesor? Un personaje importantísimo para que la peli funcione, una especie de sargento de hierro, un nazi en potencia, con una agresividad aleatoria, pasadísimo y pesadísimo. Se puede ser un crack en esto de la música pero prefiero creer que la amabilidad con quienes suben es más común que la actitud de este cabroncete.

Así pues, para mí esto es cine de mediodía, aprobado justito porque no me ha hecho sentir nada especial y pese a los elogios que arrastra, más bien olvidable.