No soy precisamente un forofo del cine clásico ni de la comedia en blanco y negro, pero sin duda echo mucho de menos una buena comedia, romántica o no, con ritmo, buenos gags, algunas situaciones bien ensambladas y notables interpretaciones que me permitan, aquí y allá, unir una carcajada a una sonrisa: pues todo esto está en muy buenas condiciones en el primer Bridget, y aquí es evidente que sus cuatro guionistas hicieron mucho para que no decaiga el material. Decae algo, sí, pero aún así hay momentazos en los que me lo he pasado bomba.

El trío protagonista logró en más de un momento hacerme recordar a grandes de la comedia como Holden, Grant, Stewart, Hepburn, etcétera... y, sobre todo, lograron hacerme partícipe de esta aventura en la que un ser adorable como Bridget busque su lugar en el mundo entre una chica mucho más sexy, a priori, que ella, y dos galanazos como Hugh y Colin, todo aderezado con las manías, complejos y talentos de cada uno.

Es posible que la pobreza general en torno a este género me haga volcar con excesiva generosidad, pero qué más da: estos chicos me hacen feliz durante hora y media y eso... eso es formidable.