Crítica escrita tras ver la única temporada de 16 episodios.
El detective protagonista habla mucho con voz en off y tiene historias del pasado que vamos descubriendo poco a poco, al igual que muchos personajes del cine negro, pero con la particularidad de que este tiene que beber sangre para tirar para adelante.
La verdad es que esta ficción es bastante convencional dentro del género de detectives. Hay un caso por capítulo y el protagonista usa sus poderes vampíricos para resolverlos.
Su pareja de aventuras es una reportera demasiado curiosa, que siempre está metiéndose en líos por su trabajo. La encarna la bellísima Sophia Myles (“Tristan e Isolda”, “Underworld”) y que como también es de esperar, tiene una química especial con el de los colmillos. No se podría decir lo mismo a nivel interpretativo, pero esta chica tiene una fotogenia comparable a grandes beldades como Angelina Jolie o Jennifer Lawrence, sin embargo no ha tenido mucha suerte en su carrera a lo largo de los años.
Como digo, la serie no es nada del otro mundo. Aquí los vampiros apenas tienen debilidades y no se aprovecha mucho su presencia, quedando al final en algo tan aceptable como pueda ser la mayoría de series de detectives o policías con personajes humanos. Los casos no tienen una enjundia especial y ni siquiera se han molestado en incluir a otro tipo de criaturas sobrenaturales, como sí pasaba en otra serie similar como era “Blood ties”.
Aquí, en realidad, lo de ser vampiro es una mera excusa para que este guaperas tenga poderes, y poco más. No hay demasiada diferencia con cualquier serie de superhéroes de gama media, si nos fijamos bien.
Mis capítulos favoritos son aquellos en los que hay otros vampiros, o cuando aparece Coraline. Estas entregas nos hacen conocer mejor a Mick y ofrecen los momentos más divertidos, como en el noveno episodio cuando Beth se pone celosa.
Un fallo que le veo es el fondo de pantalla cuando hay escenas en las que conducen un coche. Está realmente mal hecho.
Es una de esas producciones que más o menos son entretenidas, pero no aporta nada nuevo ni merece la pena verla si a uno no le sobra demasiado el tiempo libre, habida cuenta de la exagerada oferta de series de las que disponemos en la actualidad.
Un punto a su favor es que al final del piloto suena “My immortal”, la excelente balada del mítico grupo Evanescence, que es un auténtico “temazo”. Ahí les alabo el gusto.