Stephen King supo plasmar muy bien en esta historia las consecuencias de una relación destructiva mutua, que al mismo tiempo es muy peculiar. Es una reflexión sobre el comportamiento humano cuando nos atrae el mal y lo oscuro, aunque en esta ocasión no haya ningún elemento paranormal ni fantástico.
El malogrado Brad Renfro (típica estrella fugaz de Hollywood que falleció muy joven) es la réplica a un descomunal Ian McKellen antes de ser conocido en el mundo entero por ser Gandalf. Y lo curioso es que es difícil decidir cual de los dos actores lo hace mejor, a pesar de la gran diferencia de edad y experiencia.
Es un thriller atípico, en el que no todo lo que pasa te lo puedes esperar. Aun así, no tiene apenas violencia ni golpes de efecto. Pero sí que es fiel al relato de King, lo que pasa es que aquí el gran autor de “It” no iba por sus derroteros habituales.
Pero como drama de tensión psicológica, es una película buena, poco conocida por el gran público incluso para ser adaptación de Stephen King, pero que sin duda merece la pena ver. Supongo que, aunque el argumento no tenga grandes efectismos, hace mucho la mano de Bryan Singer como director, y sobre todo los dos estupendos actores principales.