Yo diría que este es el mejor trabajo de Matthew Perry en el cine, lo cual no es decir demasiado porque tampoco ha sido muy prolífico en la pantalla grande ni siquiera cuando vivió el abrumador éxito de "Friends".
El actor es divertido y gracioso como siempre, haciendo de este aburrido dentista "calzonazos" que descubre que su nuevo vecino no es quien parece. Sus primeros encuentros con Bruce Willis son bastante cómicos, aunque según avanza la película, el humor se vuelve completamente negro porque la cosa deriva en un enredo mafioso que parece salido de la mente de Quentin Tarantino (salvando muchísimo las distancias).
Es entretenida y tiene buenos momentos, pero también tiene personajes con comportamientos muy absurdos, como los que hacen Rosanna Arquette y Amanda Peet, que son poco creíbles.
En el fondo es una comedia un poco inclasificable, pero con la buena química entre Perry y Willis, y todos los enredos que se forman con los matones, termina siendo bastante aceptable.