Cuando parecía que todo estaba ya cerrado, Netflix nos trae de nuevo a Jessie para contarnos un epílogo a la gran “Breaking bad”.
Lo primero es agradecer un guion que no exige que tengamos la serie fresca en la memoria. Bastante agobio (bendito agobio) tiene uno ya para ver las máximas series buenas posibles como para que encima nos “obligaran” a volver a ver esta. “El camino” se puede ver más o menos bien como una historia independiente.
También me parece estupendo que sea una película autoconclusiva y no hayan optado por crear una nueva serie a estirar como un chicle. Se ve en dos horas y ya está.
El film tiene un estilo similar a la serie, con un Jessie Pinkman pasándolo mal y en horas bajas. La actuación de Aaron Paul, que ahora es el protagonista absoluto, es bastante buena.
No faltan los toques de surrealismo marca de la serie. Están en la dosis justa para dotarla de personalidad, pero sin pasarse de la ralla en plan David Lynch, lo cual me haría huir de ella. Un ejemplo de lo que digo es la secuencia de la asistenta.
La tensión que siente el protagonista, a veces se transmite bien (cuando llegan los policías), y otras se diluye porque lo alargan más de la cuenta en plan Tarantino (secuencia final antes de los epílogos, por ejemplo).
Falla en el ritmo, muy poco trepidante, pero la historia es entretenida y está muy bien filmada. La dirección de fotografía es excelente.
En general, el resultado de este epílogo es bueno, aunque por supuesto está al menos dos escalones por debajo de la serie madre. Eso está claro.