"Solo soy una chica delante de un chico pidiéndole que la quiera". Es ya una de las frases míticas del cine. La dice una encantadora Julia Roberts que pocas veces ha estado tan hermosa.

Roger Michell está al mando en esta película que desde un principio contaba con unas magníficas bases para convertirse en clásico. Un soberano guión que busca la fibra y la encuentra, un reparto de lujo y una época en la que el género estaba especialmente de moda. El director maneja con desparpajo la película e incluso aporta interesantísimos detalles que parece que no ha sabido o podido confirmar en el resto de su filmografía.

El director consigue que el paso de los minutos se convierta en un paseo memorable gracias a una fantástica capacidad para mantener el ritmo sea cual sea la dirección que toma la película en cada momento. Su acierto es extensible, también, a un efectivo enfoque desde el principio de la película, haciendo crecer una comedia romántica exponencialmente hasta convertirla en una preciosa historia de amor con grandes dosis de humor. Gran trabajo el suyo.

Julia Roberts, como ya he dicho, está encantadora y evoca a las bellezas clásicas como Audrey Hepburn o Shirley Maclaine y se saca del bolsillo una actuación memorable, de la que todos nos enamoramos un poco. Hugh Grant está enormemente simpático y también consigue atraer hacia sí al espectador desde su primer minuto en pantalla. Los secundarios son otro de los grandes placeres de la película, sobretodo un Rhys Ifans que nos arranca una carcajada cada vez que pasa por delante de la cámara.

Gran película comercial que encuentra rapidamente al público que va dirigida y que no tarda en hacerse con los espectadores más "escépticos". Quien suscribe se encuentra a medio camino entre unos y otros y se lleva un gran sabor de boca.