Quinta entrega de A todo gas, que aprovecha el eslabón que fue la cuarta para convertirse en una película más que aceptable que recoge los frutos de todas sus predecesoras y, además, reinventa la franquicia para bien.

Justin Lin repite (y ya son tres las películas de la saga que llevan su firma) en la dirección y lo hace mejorando sus dos trabajos anteriores. El guión de Chris Morgan es, casi con total seguridad, el mejor de la saga, ya que no deja que todo el peso recaiga sobre las escenas motorizadas (como en las tres primeras entregas) y tampoco deja que sea solo una película de transición (como la cuarta). De hecho, Morgan acerca el desarrollo más a la saga "Ocean's" que a lo que veníamos viendo en A todo gas, lo que es un cambio muy positivo. La tarea de Justin Lin es, en este caso, mucho más complicada ya que no todo vive del ruido y los coches (aunque de eso hay y mucho en la película). Lin organiza todo para conseguir el "efecto sorpresa" que, si bien no es inesperado, tampoco es un insulto, y el espectador lo agradece como ese regalo de Navidad que ya sabes que vas a tener.

Vin Diesel y Dwayne "The Rock" Johnson protagonizan un duelo de testosterona espectacular. No mentía Diesel cuando antes de estrenar la película prometía "una de las mejores peleas de los últimos años". Ambos parecen querer impresionar a una Elsa Pataky que, como siempre, deja mucho que desear. Aprobado para los dos increíbles 'Hulks'. Paul Walker sigue en linea ascendente y en esta quinta entrega ya puede presumir de realizar un trabajo maduro en el que su personaje se beneficia de él y no al revés. Jordana Brewster está tan bien como en anteriores entregas, siendo un personaje que cae bien a todo el mundo. Tyrese Gibson regresa a este "Toretto's Ten" y lo hace en un papel menos cargado de minutos que en su anterior aparición, pero el tipo sigue siendo gracioso y protagonizando grandes momentos. Sung Kang también regresa tras su aparición en la cuatro y su gran papel en Tokyo Race (tercera por estreno pero quinta por desarrollo, o sexta cuando se estrene A todo gas 6) y sigue estando a un nivel alto. Ludacris sigue cayendo tan bien como siempre que aparece ante la pantalla, confirmando que la música y el cine no tienen secretos para él (quien discuta lo del cine porque suele verlo en papeles cómicos, que eche un vistazo a Crash), algo que no puede decirse de un Don Omar que pone en pie las pistas de baile pero transmite poco al espectador, aunque hay actores consagrados mucho peores.

Resumiendo, que es gerundio: culminación de la saga por todo lo alto con claras influencias de GTA y, sobretodo, de Need for Speed (la persecución final es un ejemplo cojonudo). Esta (de momento) última entrega es trepidante, ruidosa y caótica, algo que, por una vez, no es malo. Además, tiene destellos de buen cine.