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Polonia Polonia · Galitzia
Voto de Valkiria:
6
Drama Irreversible. Porque el tiempo lo destruye todo. Porque algunos actos son irreparables. Porque el hombre es un animal. Porque el deseo de venganza es un impulso natural. Porque la mayoría de los crímenes quedan sin castigo. Porque la pérdida del amado destruye como un rayo. Porque el amor es el origen de la vida. Porque toda la historia se escribe con esperma y sangre. Porque las premoniciones no modifican el curso de los ... [+]
22 de julio de 2009
21 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
No plantearse por un segundo que Monica Belluci, pueda decidir en tal situación desafiar a su violador me sorprende. Así como la venganza, dice su novio (o el ex), es un derecho, más inalienable es el de la lucha por la propia conservación. Es decir, que Monica se defienda con uñas y dientes. No lo hace.

La escena de la violación NO es creíble porque ni Belluci ni ninguna otra, se queda paralizada ante y durante la que se le viene encima. No es cuestión de sexo débil o fuerte, ni de que el pánico ralentice la reacción instintiva. ¿Va alguien a convencerse de que el violador se va a ir de rositas, sin un sólo rasguño, sin haberse despeinado siquiera?

¿Va alguien a convencerse de que esa mujer no intentará ni una sola vez hincarle la rodilla en los huevos a su profanador? ¿Monica Belluci no va a atacar, no va a reaccionar, no va a sacar las uñas para claváselas en los ojos al monstruo?

Gaspar Noé, escribe sobre la dominación masculina en clave de pasividad femenina. Y se regocija en el morbo de ese brutal ataque. Por otra parte, el violador, lo habéis visto, es un medio metro. Y precisamente Monica no es una Hepburn, sino una tía fornida o macizorra, como prefiráis.

Desde luego es una película homófoba, que retrata a los homosexuales como los más y peores depravados engendros de cuantos habitan en el lumpen y bajo las alcantarillas de París. Pero es que además, para redundar en semejante fobia, la violación no es vaginal, sino anal.

Sobran giros de cámara. Son demasiados, marean y no acompañan a la narración porque Noé les da un uso inútil, cuando cambia de escena a escena. Es un acierto contar la historia empezando por el final, sobre todo para templar los ánimos del espectador y relajarse a medida que avanza y también lo es hacer de cada capítulo un plano secuencia entero. Pura técnica.

Pero la guionización de esa técnica es mediocre: por la irregularidad de la historia, porque estamos en pleno centro de París (no en un banlieu), porque ¿qué quiere contarnos Noé, con el sueño premonitorio sobre la menstruación, el color rojo, el túnel que se parte en dos y el embarazo? Mil y un tópicos.

Y otra más... Nadie mata y remata con un extintor a un tipo delante de 100 personas a no ser que todos sean un atajo de depravados que además se pajean mientras se perpetra la brutalidad. No es creíble. Tampoco lo es que nadie acuda en auxilio de la mujer a la que sodomizan, en pleno centro, y lo que es peor: ¿Ni siquiera la primera mujer atacada en el túnel ayuda a la segunda? ¿Tampoco el tipo que se asoma, se lo piensa y...? Película de tantos excesos que precisamente por exceso, se convierte en inverosímil.

Misógina y homófoba hasta decir “basta”. Algunos comentan en sus críticas que hay que verla sin prejuicios cuando todos los prejuicios están contenidos en esta historia. Y todos sabemos que los prejuicios son irreversibles. Antes se destruye un átomo.

Horrible Noé.
Valkiria
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