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Voto de Favio Rossini:
8
8,1
4.191
Drama
Noriko vive con su padre viudo y cuida de él, pero ya va siendo muy mayor para permanecer soltera. Su padre desearía casarla, aunque ello represente su definitiva soledad. Lo malo es que el candidato a matrimonio se casa con la mejor amiga de Noriko. Su tía Masa le presenta a un joven a su pesar. (FILMAFFINITY)
24 de marzo de 2009
32 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay mayor cineasta clásico que Ozu y sin embargo todos sus planos están rodados prácticamente a ras de suelo. Al principio te choca pero luego te das cuenta que nunca están contrapicados. Y es que la vida japonesa se hace en el suelo, y no hay sitio más realista donde colocar la cámara que a la altura del "chabudai".
Nadie mejor que Yasujiro ha reflejado la cultura nipona de después de la Segunda Guerra Mundial. Una sociedad herida y derrotada que tiene que construir todo de nuevo. Y muchas cosas no serán como antes. La modernidad ha llegado y tiene que adaptarse a las ancestrales costumbres japonesas. Y eso se refleja en cada poro de “Primavera Tardía”, que habla con nostalgia de los tiempos pasados, pero siempre con una sonrisa. Con resignación pero sin pesadumbre. Ese es uno de los secretos de este pueblo milenario: el saber mirar para atrás pero sólo para aprender (y comprender) para mejorar en el futuro.
Nadie mejor que Yasujiro ha reflejado la cultura nipona de después de la Segunda Guerra Mundial. Una sociedad herida y derrotada que tiene que construir todo de nuevo. Y muchas cosas no serán como antes. La modernidad ha llegado y tiene que adaptarse a las ancestrales costumbres japonesas. Y eso se refleja en cada poro de “Primavera Tardía”, que habla con nostalgia de los tiempos pasados, pero siempre con una sonrisa. Con resignación pero sin pesadumbre. Ese es uno de los secretos de este pueblo milenario: el saber mirar para atrás pero sólo para aprender (y comprender) para mejorar en el futuro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Y Ozu nos enseña su país a través de la vida de la dulce y sumisa Noriko. En edad casadera desde años, se resiste a abandonar el lecho familiar. Algo muy fuerte le une a su padre, seguramente la tragedia. Nada une y separa más que la tragedia. Pero es ley de vida que se case y por supuesto, se casará. Porque Noriko sigue a rajatabla otro de los secretos de la eficacia nipona: diferenciar claramente entre lo que se debe y lo que se quiere, y optar siempre por la primera. Cosa que también respeta el padre, aunque tenga que mentirla diciendo que se volverá a casar para estar acompañado, a pesar de saber que ya nunca tendrá un hombro cerca donde llorar. Y es que lo más jodido de la soledad es que hay que afrontarla solo.
La soledad de la senectud es un tema muy recurrente en la filmografía de Ozu, sin ir más lejos en la que quizás sea su película más conocida, “Cuentos de Tokyo”. Nadie como él supo captar el pensar y el hastío de los ancianos, y la eterna preocupación de unos padres por sus hijos.
La soledad de la senectud es un tema muy recurrente en la filmografía de Ozu, sin ir más lejos en la que quizás sea su película más conocida, “Cuentos de Tokyo”. Nadie como él supo captar el pensar y el hastío de los ancianos, y la eterna preocupación de unos padres por sus hijos.