En los gélidos parajes de Alaska. Un Chaplin inolvidable va la búsqueda de un sueño. De la riqueza material. Me viene a la mente otro filme: “Fruto dorado” donde los hombres se aventuran en territorios salvajes, inhóspitos, para encontrar un sueño dorado.
En “La quimera del oro” Chaplin esta inolvidable. Come zapatos. Baila panes. El vagabundo chistoso, acróbata, conmovedor dentro de su misma miseria. Quiere escapar de su pobreza. Se topa con una lacra en la cabaña y lucha con él. Convive con otro marginado. Pero resulta trágicamente chusco, que la búsqueda del dios del oro, y todas las peripecias y los mil malabares que hace “Charlot” en su intento desesperado por escapar de la pobreza en aquellos remotos parajes, reditué en que la verdadera pobreza del Chaplin el actor, siempre estuvo dentro de él mismo y no en Alaska. Una quimera ártica que nos divierte cada vez que vemos de nuevo el filme. Pero los escenarios cambian. Y la caravana debe seguir. Ya veremos a Chaplin en otra aventura del gran cómico ingles, de alma helada y cuerpo mágico y errante.