Dejando de lado el encanto que siento por la estética ochentera, esto no pasa de un bodrio mal hecho, que como la mayoría de las películas de terror de finales de la década, por usar elementos tan vistos, acababan siendo parodias, repleta de efectos risibles, interpretaciones en la mayoría de los casos patéticas, e historias absurdas con personajes y diálogos de lo más estúpidos.