Aparatosa película de "súper-héroes", con un guión donde muchas veces los árboles no dejan ver el bosque; del cómic de John Ostrander, a cargo del propio realizador: David Ayer, un director estrambótico y muy ruidoso en la puesta en escena de sus filmes, incluido este.
Ocurre que en cintas anteriores suyas, como la muy interesante "Corazones de acero", mezclaba, sobre todo en su parte final las escenas súper espectaculares llenas de tiros, explosiones y muertos por doquier, con excelentes apuntes psicológicos y socio-políticos que invitaban a la reflexión acerca de la crueldad de la guerra.
Aquí, sin embargo, se acerca muy peligrosamente a "Sabotage", espídica, con montaje veloz y acción a manta, pero sin, casi, escenas con algo de poso para interiorizar los sentimientos de los personajes. Sí existen apuntes en este sentido, como al final, cuando varios sueñan con la vida que les podría esperar si se cumplieran sus deseos, pero es un ratito en medio de la confusión y de la acción, que hacen que se vea todo el film como algo que se nota que ha requerido un gran esfuerzo, sobre todo de post-producción, pero que no convence por su falta de personalidad.
Los intérpretes se esfuerzan, pero los diálogos no tienen la intensidad y calidad debidas, y su parte final no puede ser más alucinógena, siguiendo el molesto camino que ha tomado el cine de acción desde hace diez años o así, en que todas las escenas son ultrarrápidas, al modo de un video-clip, algo que se que gusta mucho a los espectadores más jóvenes, pero que a mí, un enamorado del cine más clásico, pues no me va mucho.
Con todo, no aburre y se pasa el rato de forma más o menos amena, pero una vez finalizada su visión no queda nada realmente destacable y corre el serio riesgo de ser completamente olvidada al de, como mucho un mes.
Una cinta que se ha estrenado en verano pues así está pensada y así hay que aceptarla. Sin más.

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