Seguro que pocas veces nos hemos parado a pensar en esa gente que hay en el mundo preocupada por la moda. En esas personas que dedican su esfuerzo diario en decidir drásticamente si la hebilla de ese cinturón va bien con esa falda o si determinados zapatos son los adecuados para tal vestido o, en aquellas tan meritorias que han logrado inventar un color como pueda ser por ejemplo el color cerúleo. No caemos en esas cosas y muchos pensarán que hay problemas realmente importantes como para andar pensando en esas tonterías. Pero no, la moda tiene su faceta indiscutible en el desarrollo de la civilización, a muchos les gusta ir bien conjuntado y alguien tendrá que preocuparse por esta gente. Si quieres echar un vistazo por encima a este mundo, aquí tienes El diablo viste de Prada.

Meryl Streep se nos presenta como una despótica directora de su prestigiosa revista de moda, un papel que lo borda con estilo como cualquier vestido de su colección, en ella encontraremos todos los tópicos de la persona glamurosa. El tema está en descubrir su razonamiento, si realmente es una número Uno de la moda o es, sencillamente, una tirana.

Habrá que ahondar en ello, así que la clave está en la relación de la directora con su gente. Por delante de todos tendrá su secretaria preferida, la de confianza, y exigirá de ella que todo su ser esté a su servicio, todo su ser, su cuerpo, su mente, su espíritu. La película no dice cuánto gana la secretaria pero se supone que tiene un buen sueldo porque su entrega debe ser completa.

El caso es que esa secretaria tiene su corazoncito, como suele pasar con las buenas personas que están al servicio de gente tan importante, y la secretaria tendrá que decidir como planificar su vida. En la película este loco mundo está muy bien expuesto; los personajes son convincentes y sus decisiones comprensibles.