La película está bien para verla, no para entenderla y menos para creerla. A los muy peliculeros les va a gustar, a la gente que no es normal también les puede gustar pero menos. Tampoco hay que entrar en comparaciones para ir aceptándola, aunque tenga reflejos de otras. El caso es que si la piensas dos veces tu procesador no alcanzará para llegar a la comprensión supeditada. En estos casos se puede contemplar como quien contempla un cuadro minimalista o arte de vanguardia, por ejemplo, la obra de Piet Mondrian de cuadrados de colores, o las fotos repetitivas de Warhol, se contemplan sin tratar de comprender.

Ahora bien, posee una enorme ventaja y está en el papelón de Nicole Kidman, una mujer de bandera que a 2014 está 2.014 veces mejor que en Calma total (1989), o sea, que de joven estaba bien pero aquí es que ha superado con creces su atractivo, muchísimo más guapa, más misteriosa, más atrayente, más apetitosa, más cuerpo..., madurada y a punto. Interpreta a una mujer confundida mañana, tarde y noche y aún así, con los pelos por la cara y sin pintarse, ella sola valida la película como potable.

Contempla a Nicole y ejercita la mente, escucha a unos, escucha a otros y pon a prueba tu cerebro.