Hablemos sobre los brillos en la oscuridad y la nitidez de las imágenes. No, mejor veamos la película. Hablemos de ese Raymond Burr inmenso y siniestro, el quemaorejas, que parecía predestinado a todo papel de malvado con pensamientos depravados. Tal vez Lee Marvin en Los sobornados (1953) aprendió de él, o le gustó la idea de abrasar los rostros de la mujer de turno que le importunara, y en público, para acogotamiento de sus correveidiles.

También podemos hablar de la alta tensión en todos los escenarios, en los bosques, o en el almacén de un taxidermista donde los cuernos son peligrosos para la salud. Dennis O´Keefe es un presidiario fugado y perseguido que huye sin mochila, pero le acompañan dos mujeres, una te habla a ti y le anima a él. Es su proyecto de triunfar, el deseo de una nueva vida. La otra también le desea pero es su conciencia: le dice que hay que limpiarla antes que hacer nuevos proyectos. Justa Venganza, no será de las favoritas o de las mejores pero sí puede ser una de esas imprescindible del género que al menos hay que conocer.