Una pequeña obra maestra de la intriga que cualquiera que la vea terminará satisfecho. Tiene un ritmo armonioso, ni se precipita ni recula, gracias a los personajes que con unas actuaciones precisas están presentados de una manera que no sabes qué pensar de ellos.

Doris Day está sencillamente perfecta en su papel. Muy bien para su perfil. Rex Harrison es una estrella incuestionable, un tío elegante, que agrada y sorprende, de gran estilo, igual que Herbert Marshall, y el resto del plantel compone una thriller que, desde mi humilde opinión, demuestra lo que es cine de clase, de categoría. A veces es necesario ver este tipo de cine que se ve de un tirón para desintoxicarse de tanta acción, de giros inverosímiles, explosiones y diálogos a voz en grito.

No esperes algo sobrecogedor que te haga saltar del asiento. El acierto de esta película está en poder contemplar un guion plausible que te hace partícipe de las sospechas mientras disfrutas de la actuación del típico inspector de Scotland Yard, de una amabilidad increíble que ojalá la policía de todo el mundo se portara con ese esmero y esas maneras tan razonables con sus ciudadanos. Y un final que corta con precisión para un colofón redondo.

Me ha sorprendido la aparente sencillez de la trama, su puesta en escena y su elegancia.