Una de las cosas que me ha gustado de la película es que en ella se tratan temas dispares como la cocina, el amor, la relación entre hermanos, el capitalismo, la música, la enfermedad, la violencia, el crimen, la amistad... Akin no se centra descaradamente en ninguno pero tampoco los descuida. Fácilmente podría ser una película en la que primara la música por encima de lo demás, o la cocina, pero no es así. Por lo tanto, es una labor brillante la que hace Akin para dotar a la película de una visión de conjunto en la vida del personaje principal, por cierto, genialmente interpretado por Adam Bousdoukos.

La película trasciende cuando ha de trascender y se queda en la superficie cuando se limita a la superficialidad. No hay rastro de artificialidad en esta vida pseudo-bohemia que llevan los personajes, todo parece sacado de la realidad.