Un beso de película. Es algo que a lo largo de nuestra vida nosotros y la sociedad tenemos tan arraigado, que nos olvidamos de nuestras propias experiencias. Que por propio conocimiento y cuenta ajena sé que, en lo más erótico no se da ese tal beso. Todo es mucho menos artificioso en un marco, no de película, sino de la vida real, con miedo a que te pueda ver alguna amigo/a de tu madre o padre o tan siquiera hacer mucho ruido para que se enteren los vecinos. Eso mismo es lo que hacen Lola y Carmen. Un tórrido beso, no de película sino tan encarnado y tan bestialmente realista que, servidor, casi podría verse también en los extrarradios de la ciudad, dándose el lote con ciertas amantes mientras una cosa entre sus piernas le decía que iba por el camino adecuado. Pero bueno, la situación desde luego no es exactamente la misma. Ni yo soy gitano. Ni he probado los besos de los de mi mismo sexo. Ni ganas.

Lola es una gitana introvertida, de su casa, por obligación, porque si fuera por ella estaría toda la semana en el instituto y después estudiando tranquilamente. El caso es que ella quiere ser algo más. Acostumbra a pintar graffitis, piensa que las gitanas por no tener no tienen ni sueños y regenta un Ciber para meterse en Chats de Lesbianas aun teniendo a penas diecisiete años. Pero da igual, ella lo tiene claro, sabe bien lo que es. Su padre es gitano honrado, trabaja en los mercados ambulantes vendiendo fruta para que a su hijo menor a su mujer y a su hija mayor, Lola, no les falte un plato de comida encima de la mesa; considera que Lola una vez ya sabida en leer y escribir debería ayudar a su familia en el trabajo. Y es justamente así como conoce a Carmen. Algo más curvilínea, mayor que ella, de cuerpo no de espíritu que es más dicharachera y que se ajusta más al perfil de comerciante de los cánones de su raza o etnia, ayudando también a su familia en un negocio de antigüedades. Sólo hay un problema, Carmen está ya, o, a punto de ‘Pedirse’ con un gitano primo de Lola y no da con el perfil sexual que exige ella. Pero tras conocerse poquito a poquito Carmen acaba cayendo en las redes de Lola y aquí viene lo que cito al principio de esta crítica. Se besan, se vuelven a besar, se palpan, se chupan y se vuelven a deslizar la una sobre la otra. Esto ya de por sí crea un conflicto, pero si además son de raza gitana un grupo de personas con las creencias más inculcadas y de estructura patriarcal, ya ni te cuento. Después de ver ‘Carmen y Lola’ uno se pregunta si por el simple hecho de ser las actrices gitanas se hacen ésto que, venía ya en el guión, o, si por ser las actrices gitanas les ha dado para pagar el caché y hacerlo más enrevesado todavía. El caso es que no me gustaría ver a este par de jóvenes talentos desaprovechados en la industria del cine.

‘Carmen y Lola’ es una inmersión en el mundo de los gitano (De bien, claro). De cómo van a rezo, de cómo se hablan y se tratan entre ellos, localizaciones de los extrarradios de la ciudad muy bien escogidas, el metro, las viviendas sociales, los descampados y demás sitios. Para mi sorpresa, al final de la película, en los títulos de crédito he descubierto que es dirigida y guionizada por la misma persona. Una tal Arantxa Echevarría, ¡enhorabuena!. Ya perteneces al club de los grandes como Michael Mann o Rodrigo Sorogoyen.