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Voto de Antonio Morales:
8
Western. Drama. Romance En el verano de 1870, Averill e Irvine terminan sus estudios en la Universidad de Harvard. Veinte años después, viven en circunstancias muy distintas. Averill, más serio y visiblemente más viejo, se ha convertido en un "marshall" federal. Por su parte, Irvine, destruido y arruinado por la bebida, pero todavía en su sano juicio, es miembro de la asociación Stock Growers Agricultores, que está involucrada en un conflicto. (FILMAFFINITY)
1 de octubre de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más conocida hoy en día por ser la película que arruinó a la United Artist, que por su valor artístico, en mi opinión, sigue ganando enteros con el paso del tiempo. Un duro retrato desmitificador de la colonización del Oeste. “La puerta del cielo” es puro cine de Hollywood despreciado por su mirada ácida sobre la Historia. A diferencia de los westerns de John Ford, esta película no se limita a imprimir la leyenda sino que la impugna. Pues censura la leyenda y denuncia la lucha de clases.

James Averill (Kris Kristofferson), el sheriff de Johnson County, se opone a las intenciones del terrateniente Frank Canton (Sam Waterston), que ha contratado a un grupo de mercenarios para que eliminen a los 125 emigrantes granjeros que se han instalado en el condado y que la asociación de ganaderos considera una amenaza para sus intereses, calificándolos de ladrones y anarquistas. El sheriff mantiene relaciones con la bella prostituta Ella (Isabelle Huppert), incluida en la lista por aceptar ganado robado como pago, a la vez que Nathan Champion (Christopher Walken), que trabaja para los ganaderos pretende casarse con la mujer.

La película presenta a la Asociación de Ganaderos como auténtico poder factico de la región, no como un órgano de actividad económica sino como una pervivencia de tipo feudal, tanto en la concepción de la explotación de las tierras como en la relación con los súbditos – y los emigrantes indefensos son un magnífico ejemplo de éstos –, o lo que es lo mismo, en la muy particular concepción de la ley, todavía muy lejana del derecho individual. Con ello, el cineasta desmonta la creencia de que el esfuerzo colonizador se debió a una empresa común, sin distinciones de clase, en la que el espíritu constructivo de la naciente América era el motor de la acción.

Michael Cimino realiza una puesta en escena realista y de una brutalidad atroz en este western histórico que denuncia cómo el gobierno político apoyó a los ricos ganaderos en detrimento de los desheredados colonos. Un western de izquierdas que nos ofrece una mirada cautivadora del otro lado del “sueño americano”. Rodada en escenarios maravillosos y con una fotografía fascinante que otorga un extraño misterio a los interiores y una luminosa belleza a los exteriores. El resultado es tan exultante como intimista y reflexivo, que seguramente pretendía ser una alegoría sobre la sociedad norteamericana del momento. El film es el definitivo réquiem de lo que pretendía ser “El Nuevo Cine Americano”.
Antonio Morales
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