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Voto de Antonio Morales:
7
Intriga Un joven llamado Todd Bowden (Brad Renfro) descubre que un anciano del vecindario (Ian McKellen) es un antiguo miembro de las S.S. El tenebroso asunto no hace sino excitar la curiosidad del muchacho, que se deja seducir por los terribles relatos de su nuevo "amigo"... (FILMAFFINITY)
17 de enero de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bajo el equívoco título de “Verano de corrupción” se esconde una película que contempla la fascinación por lo más siniestro del comportamiento humano, la indefinible atracción del mal en estado puro. El título original es mucho mejor “Apt Pupil” (alumno listo, dotado aventajado). Y eso es Todd Bowden (Brad Renfro) en relación a su extraño vecino (Ian McKellen). Bryan Singer es un director interesante avalado por algunos trabajos como la excelente “Sospechosos habituales, aquí adapta un libro del aclamado Stephen King por sus relatos de terror, en este caso lo que aborda la novela “Apt Pupil” es de tipo psicológico.

El cineasta tiene en sus manos un instrumental nada despreciable: una novela con gancho, un actor descomunal como Ian McKellen que acababa de hacer “Dioses y monstruos” de Bill Condon y luego saltaría a la fama con la trilogía de “El señor de los anillos”. Afirmar que sobre sus hombros reposa toda la credibilidad del film es hacer sólo un pálido reconocimiento de su talento. El film narra la fascinación enfermiza que siente un adolescente estadounidense, hábil e inteligente, a quien el holocausto judío interesa más de la cuenta por un viejo, esquivo vecino – una construcción de personaje que debe bastante a “The stranger” de Orson Welles, sobre tema similar –, que no es quien aparenta ser. Y de ese vecino, que esconde un oscuro pasado, vendrá precisamente la mencionada corrupción del título en español del film. Que no es otra que la de la moral de nuestro joven inmoral protagonista. Lo que viene a plantear la película tanto como la novela es que nadie flirtea gratis con el demonio; siempre se paga un peaje por esas curiosidades innecesarias que llevan a ciertos adolescentes a una curiosidad malsana.

Singer expone acertadamente el proceso de atracción entre el joven y el esquivo vecino de origen alemán, rehuyendo siempre el tremendismo y por supuesto sin mostrar lo escabroso de pasado que es narrado por el protagonista. Haciendo de la puesta en escena un elemento sobrio, casi invisible. Hay una relación morbosa entre los dos personajes, pues el joven abraza oscuras y terroríficas ideas hasta convertir en un ser mezquino y peligroso como el vecino sospechoso que pretende denunciar. En definitiva, una historia atractiva sobre los resortes del mal y sus múltiples y atávicas fascinaciones, sobre la sumisión y el poder que, se intuye, pero no termina de cuajar.
Antonio Morales
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