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Voto de Antonio Morales:
8
Drama Suecia, siglo XIV. Como cada verano, una doncella debe hacer la ofrenda de las velas en el altar de la Virgen. El rey Töre envía a su hija Karin en compañía de Ingrid, una muchacha que odia a Karin en secreto. Antes de cruzar el bosque, Ingrid se detiene y abandona a la princesa, pero la muchacha prosigue su camino y se encuentra con unos pastores, aparentemente afables, que la invitan a compartir su comida. (FILMAFFINITY)
11 de mayo de 2015
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película ilustrativa del momento que atravesaba Bergman en su evolución como cineasta. Está articulada alrededor de unos agudos contrastes, el primero de los cuales reside entre su punto de partida argumental, una popular leyenda medieval escandinava, y su resolución, que apuesta por lo que podríamos llamar “realismo mítico”. El resultado de tan singular mezcolanza es un hermoso film construido alrededor de la idea del rito y cuyos mejores momentos residen, como veremos, en la fuerza dramática de gestos, miradas y detalles que, repetidos en uno u otro contexto, tienen diversos significados.

El Medievo ha sido fuente de inspiración para Bergman en dos de sus films más prestigiados en los años cincuenta, “El séptimo sello” y “El manantial de la doncella”. Su insistencia sobre los componentes simbólicos cristianos, ayudan a configurar entre nosotros la imagen profunda de un cineasta religioso, más adelante plasmaría sus dudas ante la fe. “El manantial…” no sólo es eso sino también un film físico, integrado en la naturaleza, con una sensualidad que, al modo de una corriente alterna, atraviesa todo el film hasta hacerlo suyo. La película se apoya sobre una sencillas contraposiciones o contrastes: los caracteres opuestos de Inger (Gunnel Lindblom) y Karin (Birgitta Patterson); la situación de privilegio de Karin y su padre, sobre las ínfimas condiciones de vida de los otros personajes; rituales paganos y cristianos.

Al principio, Bergman contrapone la oración descreída, resentida de Inger, una joven criada embarazada que reza para que Dios la libre de trabajar, con el solemne rezo matutino del señor Tore (Max Von Sydow) y su esposa Maretta (Brigitta Valberg), en el curso del cual ésta última hace una especie de penitencia arrojándose cera caliente en las muñecas. El siguiente contraste es, como ya he señalado, la mezcla de realismo ambiental y mitología fantástica que va a presidir buena parte del relato: la virginal hija adolescente de los Tore, Karin, sale a caballo junto con Inger para llevar unas velas a la iglesia que está al otro lado del bosque y un primer plano de un cuervo marca, por así decirlo, geográficamente una zona del bosque donde acecha el peligro. Film lineal que toma el pretexto de una clásica historia de violación para construir, por primera vez en Bergman, una poética ceremonial revestida por una cierta solemnidad narrativa.
Antonio Morales
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