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Voto de Antonio Morales:
8
Comedia Chicago, 1929. Earl Williams, convicto del asesinato de un policía, espera en la cárcel el momento de su ejecución. Mientras tanto, en la sala de prensa del Tribunal Supremo, un grupo de periodistas espera el indulto o la confirmación de la sentencia. Hildy Johnson, el cronista de sucesos del Chicago Examiner, que tendría que cubrir la información, está a punto de contraer matrimonio y abandonar su trabajo; pero Walter Burns, el ... [+]
15 de enero de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Billy Wilder se encontraba en uno de los peores momentos de su carrera, sus últimas películas, “La vida privada de Sherlock Holmes” y “Avanti!”, en mi opinión espléndidas, no habían gustado a crítica y público, que consideraban que era un cine antiguo y caduco realizado por una “vieja gloria”, al parece cuando fue preguntado por este asunto, Wider contestó con su humor vitriólico: “¿De qué sirve ser un maravilloso compositor de polkas si ya nadie sabe bailarlas? Esta respuesta translucía la sensación de destierro que sentía el cineasta. Pero en 1973 con el éxito de “El Golpe” se puso algo de moda el estilo “retro”, Polanski filmó “Chinatown” y a Wilder le ofreció la Universal hacer una nueva versión de “The Front Page”.

Wilder y su guionista I. A. L. Diamond abordan el texto original de Ben Hecht y Charles MacArthur, llevado anteriormente a la pantalla en dos ocasiones, “The Front Page”, fue inicialmente una obra teatral de gran éxito en Broadway. La película es una alocada historia con diálogos vertiginosos, de puertas que se abren y cierran constantemente (aunque Wilder lo dispersa en varios escenarios), incluso dispone, como la mayoría de los vodeviles, de un espacio para esconderse. Pero lo que la hace diferente es su sátira mordaz sobre la prensa y los políticos, dispuestos a ajusticiar a un inocente si con ello consiguen sacar alguna ventaja para sus ruines propósitos.

El argumento es archiconocido, las tretas de un director de periódico que para no perder a su mejor colaborador, decidido a dejar su trabajo para casarse y cambiar de vida, utilizará los trucos más deleznables para mantenerlo en plantilla, en este caso, Wilder lo ajusta a la medida de sus dos extraordinarios protagonistas, Walter Matthau y Jack Lemmon. El cineasta sitúa de nuevo la acción en 1929, en un registro mucho más cáustico que las versiones anteriores, puesto que en 1974 no existía la censura de tiempos pretéritos. Acentuando su reconocida ironía sobre la estupidez y la más absoluta falta de ética de los representantes de la ley (el sheriff y el alcalde, intentando aplazar la ejecución para ganar votos) y de la prensa (los periodistas desean que se adelante unas horas para sacar la primera edición y volver antes a casa).

La visión demoledora de Wilder, su humor corrosivo alcanza a las fuerzas policiales, quienes en busca del reo fugado, emprenden una alocada carrera por las calles de Chicago al más puro estilo “Slapstick” de Mack Sennett, en un ambiente dominado por la mezquindad y estulticia, los únicos personajes que mantienen su dignidad son precisamente los marginales, el presunto asesino anarquista, ingenuo y chiflado, la prostituta que lo protege y la vieja señora de la limpieza. La magnífica ambientación de la época, la acertadísima elección de los actores, su estilización interpretativa y la sabiduría de la planificación del cineasta, permiten darle a la historia un ritmo al más puro estilo “Screwball comedy”, divertidísima y audaz.
Antonio Morales
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