Al igual que la película de Richard Curtis, lo importante en esta película no es el bucle temporal, sino que este es una metáfora al servicio de una idea: que cada día en cada momento en cada ciudad suceden cosas realmente hermosas, y en medio de nuestra realidad caótica con todos nuestros problemas y todos nuestros dramas, es importante abrir los ojos y observar el mundo, mirarlo realmente, y aprender a ver esas pequeñas cosas perfectas.

Nosotros no necesitamos un mapa, solo saber verlas cuando suceden ante nuestros ojos.

Coincide también con la película de Curtis en el estilo fotográfico, muy logrado, especialmente algunas secuencias rodadas con saturación de luz y tonos pastel; y aunque los protagonistas de About Time son indudablemente mejores actores (reconozco estar platónicamente enamorado de Rachel McAdams en esa película), en esta que nos ocupa la pareja se desempeña a gran nivel, y consigue darle a la historia la profundidad interpretativa que requiere para poder lograr su propósito que es emocionar al espectador.

Si tuviese que elegir algo negativo, quizás la vestimenta del chico protagonista (Kyle Allen). Siempre es complicado darle a un tipo de 24 años aspecto de tener 17, pero los pantalones cortos con calcetines a cuadros no sé si eran la mejor opción :-D

En el plano positivo, algunos planos secuencia realmente bien logrados, con coreografías milimetradas. Y algunos planos en que Kathryn Newton se queda por completo con la cámara.