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España España · Valencia
Voto de A POSITIVAR:
7
Drama Verano de 1943. En un lugar de la Francia ocupada, no lejos de la frontera española, vive retirado un viejo y famoso escultor que se siente hastiado de la vida y de la locura de los hombres. Ya nada es capaz de animarle, de servirle de estímulo. Sin embargo, con la llegada de Mercé, una joven española que se ha fugado de un campo de refugiados y que le servirá de musa, renace en él el deseo de volver a trabajar y esculpir su última obra. (FILMAFFINITY) [+]
26 de abril de 2013
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Giro la cabeza desde mi cómoda butaca y ¡Mira si es Trueba! ¡Anda el marido de la peluquera! ¡Toma ya Claudia Cardinale! ¡Madre mía Chus Lampreabe! Todos ellos, veteranos del celuloide, envuelven a Aida Folch y se preparan para verse en la gigantesca pantalla del Kursaal. Se apagan las luces. El artista, Jean Rochefort, pasea por un paraje cercano a un encantador pueblecito del sur de Francia recreándose en cada hallazgo. Se fija en las piedras, en los árboles y en cada elemento lógico del entorno. Una búsqueda de la belleza en la cotidianeidad. Una introducción idónea y reveladora que define el personaje principal en apenas cuatro minutos: un escultor de pocas palabras, silencioso y algo cascarrabias que necesita algún estímulo que le vuelva a hacer creer en su arte. Su mujer, Claudia Cardinale, comprando en el mercado del pueblo, se fija en una joven muchacha española que se ha fugado de un campo de refugiados y ve en ella lo que puede ser un último intento de animar a su marido a volver a ser quien fue.

La película, rodada en un acertado y últimamente recurrido blanco y negro, se nota que está realizada con mucho cariño y estudiada milimétricamente. No utiliza banda sonora; la fuerza de los personajes y los pajarillos del campo sirven de melodía. Es tan relajado e interesante ver como "El artista y la modelo" aprenden, trabajan y dialogan en el retirado estudio que quizá no haga falta nada más. Aunque aportan bastante los apuntes de Claudia Cardinale en la historia, no hacía ninguna falta que apareciera un maqui a dar por saco ¿Se buscaba simplemente una historia de celos o introducir una subtrama? Tampoco era necesario el Nazi inquieto y amante del arte que pasa por la casa a ver que se cuece. Incluso, si me apuras, no hacía falta la chacha española del matrimonio, interpretada por la siempre recurrente Chus Lampreabe. Me interesaba tanto "El artista y la modelo" que no me hacía falta ver La modelo, el artista, su mujer, la sirvienta, el maqui y un nazi que pasaba. Y no es una crítica feroz, ni mucho menos, es que en mi caso solamente sirvieron para distraerme del genial proceso de descubrimiento que los dos personajes principales tienen durante todo el film: las pequeñas catarsis en forma de humor las tuve en una escena en la que el artista sufre una incómoda erección, las históricas en algunas frases de la modelo y las del arte en cada diálogo.

A positivar la secuencia en la que el artista le enseña a la modelo el "Niño que aprende a andar", un dibujo de Rembrant que debió ser dibujado en cinco minutos pero que encierra dentro todo el arte y el saber hacer de un genio; y eso a Mercè (Aida Folch) y a mí nos lo enseñó el artista. Por eso, si nos quedamos simplemente con El artista y la modelo, la película mola.

www.apositivar.com
A POSITIVAR
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