Ha sido una sorpresa ver esta película, tomándose en consideración los antecedentes de Chazelle con "Whiplash" (2014) y "La La Land" (2016). Es su película más completa y ambiciosa, ya que no se centra en el crecimiento de jóvenes promesas o en las cuitas de personajes anodinos, sino en una recordada figura mundial como Neil Armstrong.

Incomprensiblemente esta película es estrenada en Perú muchos meses después de su lanzamiento original en los Estados Unidos, siendo expuesta en contadas salas de cine en su primer día en cartelera, para dar cabida a producciones muchos más comerciales, aniñadas y ligeras, que no explotan la complejidad ni la profundidad que esta película sí cumple y con muchos aciertos.

Como se sabe, la crítica estadounidense se polarizó por el tema de la bandera en el suelo lunar (su ausencia, más que todo), así como cierta frialdad que emanaba Gosling, que era contradictorio al retrato de un fervoroso “héroe americano”. Otros acusaron al film por su tono aséptico, lento y aburrido. Quizá todas esas opiniones (que muchos espectadores compartieron, especialmente aquellos que se retiraron a los 10 minutos de la sala para dirigirse a ver la precuela de Harry Potter y el biopic del líder de Queen) se deben a que la hazaña del Apolo 11 y el alunizaje han sido hechos tan manidos y hartamente explotados por otras películas que se arrogaron tonos más épicos y patrióticos.

Desde el comienzo vemos a un Armstrong como un consumado piloto e ingeniero. Metódico, profesional, reflexivo y sobrio. La pérdida de su hija trastoca esa personalidad introvertida hacia un cuadro más melancólico, deprimido y silenciosamente atormentado. Su sufrimiento oscurece su relación con los demás: así podemos ver a un astronauta en su vida cotidiana (lejano de toda pose sublime y colosal) discutiendo con su esposa, dando portazos cuando sus hijos hacen bulla en la casa, llamando la atención a sus colegas de trabajo, lanzando miradas incrédulas luego de escuchar las preguntas tontas de la prensa de ese entonces...

En ese sentido, la actuación de Gosling (a la que critiqué en la secuela de Blade Runner) es acertada al reproducir a Armstrong con un perfil apesadumbrado, por momentos irrespirablemente agobiado, abrumado por el estrés, la angustia y todo lo que conllevaba la frenética “carrera espacial” contra la URSS. Para muchos, un mero tic cariacontecido... para quien escribe, un carácter estoico y la vez pálido, congelado por el dolor, acompañado por un silencio transmite mucha tensión, pocas veces visto en otras películas.

De lejos, la mejor película del 2018.