No cabe mayor vacio dentro de una película. El prólogo es lo mejor de la película, pero se trata tan sólo de una pieza estéticamente brillante, sin un ápice de conexión estilística con el resto del film, mas allá de algún apunte concreto.
En cuanto a los cuatro capítulos, y pasando de los evidentísimos simbolismos, Trier desde luego en este film demuestra que ya no es Trier. El Trier inteligente que en los 80 y primeros 90 obligaba al espectador a mantenerse alerta ante lo que implicaban sus imágenes, es hoy una sombra de sí mismo. No tiene nada que contar, y enmascara esa falta flagrante de ideas en un argumento banal, mil veces visto, al que le añade algo que otros directores "visionarios" han hecho ya. Recordemos el caso de Lukas Modysson y su lamentable "A hole in my heart", donde recurría a los mismos excesos que Trier en este "Anticristo", con extirpación de clítoris incluída y sexo explícito. Se agradece que al menos Trier haya dejado a un lado la escatología de Modysson.
Por si ello fuera poco, se limita a darle la vuelta a la historia de Cristo, para convertir su anticristo en algo predecible. De hecho Trier, por si acaso a alguien le cuesta entender lo que propone, encabeza el reparto de la película con el Cristo más Anticristo de la historia del cine: Willem Dafoe. Y queda aún lo peor: una serie de nuevos excesos basados en la "estética de la violencia" que acaban por arrollar a sus propios intérpretes, aparentemente estupendos, pero que basan su trabajo en la sobreactuación la una y en lo analítico el otro.
Desde luego, no es el descalabro que se dijo en Cannes, pero sí es un film que no es propio del talento de Trier.
¿Será una decadencia irreversible? Cuando se cree que en pleno siglo XXI se es transgresor por mostrar sangre y sexo en abundancia es que si no se está en decadencia se está muy alejado del mundo.

P.D.: ¿A nadie le ha recordado lo poco que tiene de historia a la estupenda "La habitación del hijo" de Moretti?. Porque ahí el italiano se lucía, y aquí el danés por buscarle los tres pies al gato naufraga irremediablemente.