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España España · Alcalá de Henares
Voto de cinefilico:
10
Drama Narra la historia de amor entre Elise y Didier. Ella tiene una tienda de tatuajes, él toca el banjo en una banda. Es amor a primera vista, a pesar de sus diferencias. Él habla, ella escucha. Él es ateo y un ingenuo romántico. Ella tiene una cruz tatuada en el cuello, y los pies en el suelo. Su felicidad se completa con el nacimiento de la pequeña Maybelle. Pero la niña enferma a los seis años. (FILMAFFINITY)
20 de abril de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una estrella muere, la luz sigue hay presente, y no solo eso, traspasará tus ojos y seguirá viviendo por siempre.

La vida te regala buenos y malos momentos y de eso, de los momentos que nos da la vida es de lo que trata esta Alabama Monroe, entregada al público de la forma más humilde, elegante y sobretodo, humana posible.

Una declaración de amor en un tatuaje.

Felix Van Groeningen firmó la mejor película del 2013. Una historia sencilla, de las que se meten dentro y no se va. La historia de amor de un hombre y una mujer que debe hacer frente a la peor de las situaciones imaginables sin que ese amor se rompa. El director juega con el espectador ofreciéndole con absoluta maestría una de cal y otra de arena mientras observamos la historia de esta pequeña familia repleta de grandes héroes con un nudo en el estómago que no te abandona incluso tiempo después de haber acabado.

Sencilla y honesta, durante la primera hora de película el espectador se acerca a los minutos más hermosos del año con una sucesión de flashbacks (muy al estilo de la maravillosa Blue Valentine, con la que tiene más de un punto en común) entre el presente y el pasado de una pareja protagonista en el más absoluto estado de gracia posible. Y aunque la segunda hora decae un poco, jamás desaparece esa sensación de tener con cada plano los pelos como escarpias.

Un juego de manos para resumir toda una vida.

Con la mejor BSO del año, toda ella cantada por los protagonistas y una fotografía exquisita, poco a poco el espectador descubre que todo es un cumulo de energías que deben mantener un equilibrio absoluto. No hay orden sin caos, ni hay oscuridad sin luz. Un equilibrio de energías que culmina en una actuación en la que un par de miradas y unos segundos de primeros planos de las manos de la pareja es suficiente para explicarlo todo.

Un 10.
cinefilico
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