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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama Georges y Anne, dos ancianos de ochenta años, son profesores de música clásica jubilados que viven en París. Su hija, que también se dedica a la música, vive en Londres con su marido. Cuando, un día, Anne sufre un infarto que le paraliza un costado, el amor que ha unido a la pareja durante tantos años se verá puesto a prueba. (FILMAFFINITY)
2 de febrero de 2013
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joder, este Haneke. Ya sabía yo que volvería a pasar por una experiencia dura (la obra de este hombre es cualquier cosa excepto ligera y cómoda). Me arriesgué una vez más... Y por el momento no me defrauda. “Amour” incluso va un pasito más allá en el que quizás sea su film más brutalmente realista y sencillo. La vejez pura y dura, sin adornos ni endulzantes. A veces nada da más miedo que ver un reflejo de la misma vida.
La senectud no perdona ni a los matrimonios más felices. En algún momento ha de llegar la hora de afrontar que la vida no dura para siempre, y que el “hasta que la muerte nos separe”, que aquel florido día tan lejano se pronunció con la ilusión de lo remoto, de un pájaro de mal agüero que se podía espantar de un manotazo descuidado, es una frase cargada de un sentido aplastante, porque queramos reconocerlo o no, la muerte espera para quitarnos todo y, se demore los años que se demore, al final reclama a sus presas.
Aún si el recodo terminal hacia ella fuese liviano, si consistiese simplemente en cerrar los ojos y marcharse dulcemente en el olvido del sueño, sin sufrir, sin darse cuenta, sin dolores ni frustraciones ni miedos, con el mínimo de molestias y carga hacia quien tendrá que ocuparse del funeral... Si así fuese, ese camino sería tal vez más fácil de recorrer, mejor aceptado. Pero como nunca sabemos en qué estado nos vamos a encontrar cuando nuestra hora nos vaya llamando, eso es lo más preocupante.
Todos queremos llegar a viejos, contar con muchos años por delante, como si por arte de magia el camino se detuviese en el punto de una plenitud eterna. Y con suerte algunos verán cumplido su deseo: llegar a viejos. Ya han vivido más que otros. Y, ¿entonces qué? Se pone en marcha una ruleta rusa. Tiene un tambor con bastantes muescas y apenas una de ellas lleva la inscripción “vejez razonablemente saludable, con pocas incidencias.” En el resto de las muescas se lee: “Enfermedades crónicas”, “Enfermedades fulminantes”, “Demencia”, “Alzheimer”, “Pérdida de facultades”, “Incapacidad progresiva,”, “Soledad”.
Haneke te toca en medio del alma porque te espeta el pánico a convertirte en Anne o en George. Caer presa de la decrepitud a ojos vistas y sentirte tan aterrado porque tu cuerpo se transforma en una cárcel marchita, mientras tu amor de toda la vida te ve languidecer y daría lo que fuera para evitároslo a los dos, porque tanto tiempo compartido no basta para prepararnos para lo peor, porque estamos tan indefensos y no nos resignamos a cuarenta, cincuenta años juntos y acabar así.
Tu amor de toda la vida se escapa de tu lado de la forma más cruel que la naturaleza pudiera idear, robándole su identidad, sus fuerzas, su autonomía, su dignidad humana, y la impotencia te corroe cuando no puedes hacer casi nada, eres tan pequeño, tan inútil, te aferras a la escasa ayuda que le puedes ofrecer y nada es suficiente.
Haneke no te suavizará el trayecto. Te colocará delante a tus abuelos, a tus padres, a tu pareja, a ti mismo y a todos los que quieres ya cerca de la recta final. Después de lo mejor. Cuando el álbum de fotos ya sólo muestra reliquias lejanas.
Por eso, no la veas si crees que no podrás soportarlo. Porque cualquier parecido con la realidad es crudamente cierto.
Vivoleyendo
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