La imaginación es una herramienta poderosa. Cuando la realidad es demasiado deprimente, y los acontecimientos no marchan bien, y el cielo se cae encima, y no se ve la salida por ningún sitio… La fantasía viene al rescate. Los niños son más susceptibles a ella, porque sus mentes en crecimiento todavía están lo bastante abiertas y receptivas para aceptar con naturalidad que el mundo no se rige exclusivamente por leyes naturales y lógicas. Si algo no va bien, si la penalidad se instala en los hombros como un inquilino pesado y agorero, la pequeña Alexandria le hará frente con la espada de la fabulación. Deambulando, con su brazo roto, por los aposentos y corredores del hospital, es la bandera de los parias que vencen a la adversidad con el arma de su encanto, su dulzura y la lucidez demoledora de la que hacen gala los niños despiertos que crecen presenciando más de lo que sus ojazos deberían mirar. Alexandria, niña extranjera inmersa junto con su accidentada familia en la fiebre de la emigración a California para trabajar recogiendo fruta, despierta a la dimensión de la enfermedad de espíritu que es uno de los males de la gente que pierde las esperanzas.
Con su alma como una esponja que absorbe sin cesar, la niña asimila las cosas con el filtro de su agudeza y de su tierna ingenuidad sabia. Sus ansias de remontar lo prosaico que conlleva la estancia en el hospital la conducen hasta un joven paciente desesperado que le regala trozo a trozo un cuento increíble, a cambio de que ella lo ayude, sin saberlo, a acceder al sueño eterno que desea provocarse por sobredosis de morfina.
Roy la engatusa con una narración de personajes míticos y valientes, parajes remotos y exóticos, gobernantes malvados, esclavitud, damas hermosas, venganzas, batallas y muerte. El cuento se va reinventando a cada paso, y cada vez se torna más lúgubre, a medida que el joven se deja caer en una depresión devoradora. Pero Alexandria también contribuye y ella se esfuerza en levantar el relato. Entre los dos construyen una amistad que, con el auxilio de la evasión en la que se han tomado de la mano y se han involucrado, podría ser la llave para superar sus problemas personales.
Un excéntrico drama acerca de la aceptación de la realidad mediante el escape de la imaginación, con viajes a enclaves y escenarios como los de las grandes narraciones épicas: islas, desiertos, montañas, templos, ciudades coloridas, el horizonte sin fin en el que cabe cualquier detalle que uno quiera incluir. Y una historia improvisada que se va creando paso a paso, y cuyo final puede ser el que su autor discurra… Porque, después de todo, es el cuento de Alexandria, y de Roy.
Sus ojos verdes de niña despierta viajarán por todos los mundos posibles en la fascinante aventura de hacerse mayor.