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Voto de Vivoleyendo:
6
Drama "No tomarás el nombre de Dios en vano": Dorota, una mujer embarazada, visita en el hospital a su esposo moribundo (Andrzej). Segundo de los diez mediometrajes realizados para la televisión por el director Krzysztof Kieslowski y el guionista Krzysztof Piesiewicz, denominados genéricamente "Decálogo". cada uno de ellos se inspira en uno de los Diez Mandamientos. (FILMAFFINITY)
8 de abril de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Episodio 2 del Decálogo de Kieslowski. Aunque el director haya afirmado que ningún capítulo se corresponde exactamente con los mandamientos, se puede reconocer una interpretación libre y moderna de los mismos.
"No tomarás el nombre de Dios en vano."
Regresamos al bloque de viviendas de Varsovia donde se desarrolló el primer episodio. Un hombre mayor de aire cansado se desenvuelve por su modesto apartamento y una vecina suya, una mujer joven y guapa que fuma sin parar, llama a su puerta para preguntarle por el estado de su marido, un paciente suyo, con lo cual descubrimos que el hombre es médico. El encuentro no termina muy bien pues el doctor se muestra reticente a hablar de sus pacientes fuera del hospital.
Más tarde, cuando se va al trabajo, se cruza con la mujer y, como disculpándose por su sequedad anterior, le dice que acuda a su consulta aunque no sea tarde de visitas.
A ella se la comen los nervios, enlaza un cigarrillo con otro y la dominan impulsos destructivos (cómo le deseé unas malas almorranas cuando desmochó el ficus, la muy cabrona). Después se va al hospital, entra un rato en la habitación de su marido, que permanece en un estado de semiinconsciencia delirante, y se dirige a la consulta del médico.
Pero lo que ella quiere saber no está al alcance de ningún mortal. Se empeña en que el doctor le dé una respuesta que no puede darle.
Entonces ella revela su secreto, por el cual se comprende el tormento en el que está suspendida.
La atmósfera triste y fría aleja de Dorota, la fumadora empedernida a la que no llego a tragar, y deja retazos del pasado de la Polonia en guerra mientras el médico le desgrana a su asistenta del hogar, con la serenidad sorda con la que el tiempo cubre las tragedias, su terrible historia.
Las inquietantes alucinaciones del enfermo ingresado sugieren la inexorabilidad del destino y de la muerte, las gotas persistentes que caen sin cesar siguiendo su recorrido de infinitesimal erosión. Otras imágenes alegóricas representan sin embargo lo opuesto, la lucha de la vida que se abre camino. Una pequeña esperanza.
Ahí, agarrándose a esa pequeña esperanza, es donde el médico juega a ser Dios para inclinar la balanza.
No somos Dios, y de niños en las catequesis se nos enseñaba que no debemos tomar Su nombre en vano.
No podemos actuar como Él. Ni creernos Él. No somos los dueños de la vida, porque no la creamos nosotros, sólo somos sus vehículos y portadores.
Pero tal vez algunas veces podamos echarle un cable al Creador.
Vivoleyendo
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