Una cinta de corte pesimista que vaticina un futuro caótico y desesperanzador para la humanidad al borde de la extinción por la infertilidad.
Si bien el filme desarrolla una temática que potencialmente da para la reflexión, Cuarón se queda a mitad camino al desarrollar su intencionalidad discursiva. El filme no se consolida en ningún momento, siempre navegamos en ese contexto anárquico en que la historia y los personajes están sumidos sin llegar a comprender hacia dónde el director dirige el mensaje.
El conflicto del filme es interesante, esa idea de una mujer embarazada en medio de una población mundial absolutamente estéril atrapa y entusiasma. No obstante, no se define en ningún momento hacia dónde se quiere llegar y por tanto la cinta queda como una sucesión vertiginosa de escapatorias y de persecuciones que poco sentido cobran al no presentarse en manera idónea el planteo de la propuesta.
Desde la historia y el mensaje mismo del filme, para mí la película queda a mitad camino.
Ahora bien, la atmósfera conseguida es brillante. Cámara en mano para dar esa sensación de caos y realismo sobrecogedor, fotografía sórdida y turbia para dar por resultado escenarios apocalípticos y desoladores donde la desesperanza reina inundando de nerviosismo y angustia al espectador que vive esas sensaciones muy de cerca, tal como si las estuviera vivenciando dentro de la cinta. El filme te absorbe en su ambientación, nos introducimos en climas opresivos llenos de violencia y tensión.
En fin, un filme que deja muchos interrogantes en su desarrollo, queda indefectiblemente una sensación de insatisfacción y de que algo falta para terminar de entender hacia dónde Cuarón dirige sus planteos. Una verdadera pena, porque la historia daba para mucho más, pero sólo queda como una cinta de elaboradísima estética pero de contenido difuso, ambiguo e indefinido.