La película es entretenida, con ágiles recursos para atraer la atención del público de principios de los ochenta cimentada en una historia novedosa y cautivante por los visos de la combinación de fantasía y comedia, pocas veces visto hasta entonces.

Con un director calificado hoy día de mediocre por la crítica general, pero que por entonces "Los cazafantasmas" habría constituido "la" película que lo hiciera conocido en el mundo entero, de esos directores prominentes que poseen un gran futuro. Bueno, como sabemos, nada de ello pasó...pero esa es otra historia.

Sumergiéndonos en un análisis del filme se puede concluir lo siguiente, según mi criterio:
Como la mayoría de los filmes de género fantástico, se advierte una ausencia de un discurso profundo volcado a la reflexión, más bien hay un nivel de argumentación muy superficial que lleva a que consideremos la película como un filme de mero entretenimiento, que a la larga terminará siendo un clásico respetado y la mejor obra de Ivan Reitman.
Una película hecha para divertir y asombrar al mundo con efectos visuales que hasta llegaron a ser nominados en los premios Oscar de 1985. Los cuales se transforman en un aspecto técnico a destacar sin lugar a dudas dentro de las características positivas del filme visto desde la perspectiva de la época de que estamos hablando.
Una partitura interesante de 27 minutos de duración, que fue opacada por la canción de Ray Parker Jr "Ghostbusters". Un tema clásico, potente, que da identidad al filme y que fuera nominado como mejor canción en los premios Oscar de 1985.
Las actuaciones...destaco a Bill Murray como el Dr. Peter Venkman, líder de la banda de Cazafantasmas, personaje descarado, decidido que se convierte en el núcleo humorístico más fuerte que posee el filme. Dan Aykroyd y Harold Ramis acompañan muy bien en sus respectivos papeles, juntos constituyen un bloque efectivo lleno de energía y comicidad. Sigourney Weaver, poco y nada de la gran actriz que sorprendiera con "Alien", bueno...el guión no le daba una participación muy activa y principal que digamos. Otro componente irrisorio que constituye un aporte vital para garantizar escenas de humor bien logradas, es el simpático personaje Louis Tully, magníficamente interpretado por Rick Moranis. Otorga una cuota de gracia e inocencia al relato.

Un clásico, imprescindible para el amante del cine, que quizás no tenga gran valor en contenido profundos, pero sí constituye una cita impostergable para aquel que quiera rememorar esos tiempos en que nos asombrábamos con los primeros indicios de la estética visual que la gran industria nos supo demostrar tiempo después. Un filme con el encanto suficiente para no pasar de moda y seguir hoy día siendo considerado una buena opción para pasar un rato entretenido.