Las católicos tenemos que tragarnos todo tipo de ofensas por parte de unos medios de comunicación paganos y que odian la religión católica. Ello se ve claro en el mundo del cine actual; en el Hollywood actual dominado por el lobby gay y los poderes fácticos anticristianos, por no hablar del almorránico panorama del cine español.
Los creyentes cristianos hemos tenido que aguantar auténticas blasfemias como "La última tentación de Cristo" o "La vida de Bryan"; por no hablar del más reciente y nauseabundo "Código da Vinci". Entonces por una vez que se hace una película que trata de reflejar el sufrimiento de Cristo con dureza, pero tal y como fue ( si es que en la realidad no fue más duro todavía), eso a mucha gente le parece mal y tachan a esta película de violencia gratuita, cuando es de las pocas veces que la sangre y la dureza de muchas escenas tiene su razón de ser, para que se vea claramente el sufrimiento de Cristo; sin duda la historia de amor más grande jamás contada. Sensacional y valiente Mel Gibson sabiendo que iba a recibir palos de todos los que quieren destruir y aniquilar los valores cristianos, a los que les repatea especialmente, que este peliculón lo que pretendía y logró es volver a revitalizar precisamente el mensaje evangélico de Jesucristo con el ejemplo demoledor del sufrimiento de éste.