Podría haber rendido este tributo en cualquier otra de las obras en las que esta dama acompañó a los geniales y anárquicos hermanos Marx en pantalla. Sin embargo, "El conflicto de los Hermanos Marx" tiene el añadido de que es la infiltración de estos enfants terribles en la alta sociedad más estirada, una que Dumont representaba como pocas actrices.

Maltrada verbalmente (cuando no con patadas, pellizcos y empujones) por la familia más loca de la historia del celuloide, la sofisticada y algo pasada gran señora era e payaso serio y efectivo que provoca que hagan gracia las excentricidades de Groucho y cía. El imaginario popular quiso perpetuar la imagen de dama boba y que no entendía los gags que representaba; simplemente, un reflejo de lo bien que había llegado a interpretar ese rol.

Con robo de obras de arte de por medio, este delirante conflicto es otra exhibición de rapidez verbal, equívocos y travesuras que hubieran dejado en pañales a las hordas hunas de Atila. A revindicar también a Zeppo Marx, quien no alcanzó el estrellato de sus parientes pero no era menos cierto que existían pocos focos disponibles tras este gran triunvirato de estrellas (Groucho, Chico y Harpo).

Tenerlos a ellos y el patricio semblante estoico de Dumont es una de las garantías más fiables para la carcajada.