Sin duda, estamos en una época de gran auge y producción en masa de series. Con unos presupuestos y repartos que nada envidiarían a filmes de Hollywood, la parilla se inunda cada vez con nuevos programas catalogados de imprescindibles. "Heridas abiertas", fruto de esta vorágine, no deja, sin embargo, de ser un exponente de tiempos mucho más tranquilos.

Basada en una obra literaria, se cuentan en pocos episodios los misterios que hay en un pueblo de apariencia idílica y moral terrible en cuanto se ahonda en el mismo. Es auto-conclusiva, bien llevada y sin ese afán de querer deslumbrar en cada secuencia. Cuenta de forma ordenada lo que quiere y se fía de dejar su peso a una colosa de la actuación como Amy Adams.

Y la protagonista no defrauda, maneja perfectamente la compleja psicología de su periodista, obligada a volver a un pasado que quiso dejar atrás, incluyendo una peculiar madre (monumental Patricia Clarkson). Todo el reparto es de primera categoría, aunque el duelo de estas dos damas se lleva la palma y convierte el visionado en una experiencia maravillosa.

Su título en inglés ya advierte sobre qué es lo que podemos esperar en este viaje. Pero, desoyendo los peligros, nos sumergiremos en este cuento cruel con vanas esperanzas de resolverlo. Nos engatusa sin trampas y sabemos que no habrá más al final del camino.

Y deja un regusto soberbio, incluyendo un terrorífico respingo.