Hay películas de cine social que son impecables en el mensaje que quieren trasmitir, así como en los valores que promueven. Sin embargo, fallan al contar una historia. Es decir, se entiende la idea, pero no hay un contenido dramático que la respalde para convertirlas, además de en buenas denuncias, en películas interesantes. A "Barrio" de Fernando León de Aranoa no le pasa eso en ningún momento.

El día a día de unos chavales del extrarradio de una gran ciudad se les va haciendo interminable el período estival. Su deambular por descampados, estaciones de meto y conversaciones universales (como bien apuntan críticas previas, es la época donde los chicos hablan mucho de chicas y muy poco con ellas) se ve salpicada con los riesgos de la calle y el sabor agridulce de sus hogares, todos ellos de clase media-baja tirando a baja.

Todo empacha. Los telediarios que dicen las mismas tonterías de siempre de la playa, el calor y, los tres chavales que nos presenta Aranoa, con sus muchas imperfecciones, mueven a la compasión. Hay un elenco de secundarios muy buenos en los adultos, sobresaliendo Enrique Villén, un intérprete que siempre da una gran solvencia.

Hay secuencias magníficamente rodadas y poderosamente visuales. Aranoa se encontraba en uno de sus momentos más inspirados cuando firmó "Barrio".

Un documental urbano con lirismo. Extraña alquimia. Pero lo consigue.