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Irak Irak · Providence
Voto de LoGoRo:
2
Documental Rigo Pex es un ingeniero de sonido serio pero excéntrico cuya cómoda vida se ve repentinamente perturbada por un extraño fenómeno: el Pink Flamingo. Estos pájaros rosas parecen seguirlo a todas partes, llevando a Rigo a una investigación para revelar su misterioso significado. Estudiará su impacto en nuestra sociedad y viajará a Estados Unidos para conocer una serie de dispares personajes que expresan su personalidad con su figura: la ... [+]
30 de julio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El flamenco rosa —ese que conocimos en la cabecera de Corrupción en Miami— es un ave ultrajada y machaconamente utilizada como icono o fetiche de una rancia modernez que se quiere apoderar de referentes «camp» que jamás comprendió e incluso en ocasiones les dio la espalda o peor aún fue objetivo de burlas y blanco de amenazas por que no estaban a la última.
Hoy, en 2021, cuando estamos más que hartos de ver camisas, flotadores, gafas de sol y demás gadgets veraniegos con la pobre ave, tenemos que asistir a un discurso terapéutico-panfletario sobre — oh ,dios mio, que originalidad— la auto-realización, el desprejuicio y la búsqueda del «yo» auténtico. Vamos... una cháchara típica de anuncios de bancos y compañias de móviles.
La búsqueda de un recurso de ficción, por aquéllo de la hibridación, apenas se sostiene a nivel dramático. La forma del dispositivo va en contra del propio contenido que pretende transmitir. En la primera parte, la que sucede en tierras conocidas es bastante gratuito, pernicioso y de una frivolidad que poco tiene que ver con el propio movimiento que trata. Es... a la llegada de toda la artillería anglosajona, cuándo las costuras saltan por sí mismas. El traje se rompe y curiosamente empezamos a escuchar contenido muy interesante que nos da una idea de lo que el propio documental ha dejado escapar, de manera voluntaria, por supuesto. Y en los mejores momentos, los propios entrevistados desmontan el estúpido discurso y lo que es más demencial, terminan en el corte final incluso aunque desinflen el flotador mal hinchado que pretendía sostener todo el peso de ese arte tan mal comprendido como el «camp».
Que se lean a Sontag, que vean una película de Sirk o que cuelguen un cuadro de Hockney... pero por favor, a John Waters que le dejen tranquilo de una vez!
LoGoRo
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