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Voto de Adrianosonn:
7
Thriller. Acción. Terror Red (Nicholas Cage) es un leñador que vive alejado del mundo junto al amor de su vida, Mandy (Andrea Riseborough). Un día, mientras da un paseo abstraída en una de las novelas de fantasía que suele leer a diario, Mandy se cruza sin saberlo con el líder de una secta que desarrolla una obsesión por ella. Decidido a poseerla a cualquier precio, él y su grupo de secuaces invocan a una banda de motoristas venidos del infierno que la raptan ... [+]
23 de diciembre de 2018
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
La generación posmoderna ya tiene, por fin, el film que quizá más la represente. Las referencias de Panos Cosmatos a la hora de crear Mandy parecen claras a la mínima que estemos algo sabidos en la cultura millennial. Mandy no es el tipo de cine que existe gracias la generación de los 80, es el cine que responde a la cultura de los 2000. Es el tipo de cine que creció con Tarantino y no con Kubrick.
Mandy es el cine que responde a la generación de los videojuegos. Si su estética neo vintage ya nos recuerda sobre todo a FarCry 3 Blood Dragon, la imaginería, ambientación y contexto parecen una copia exacta de la versión original de FarCry 3. No faltan las torres de electricidad en mitad del bosque, los quads, todo tipo de armas, la alusión a elementos místicos como el cuchillo de nosequé, y la intrusión en el mundo psicótico del LSD. Quien haya jugado a ambos juegos, o a otros muchos similares, se dará cuenta rápidamente de todas estas referencias.

Sin embargo, la trama es más bien una visión oscura y posmoderna de la Biblia que responde a la pregunta: y si Jesús de Nazaret hubiese visto su propio calvario en su esposa, ¿cómo habría respondido? Y de ese hilo tira durante buena parte de la película, con los evidentes símbolos de la corona de espinas o los clavos en las manos. Los romanos ahora son una secta digna de Charles Manson, el desierto ha dado paso al bosque y José ahora no es carpintero sino leñador. Sin embargo, esto que podría parecer bastante divertido, se torna arrítmico y tedioso durante buena parte del film debido a una falta notable de diálogo que su suple con creces en la recta final con una explosión de acción y una buena dosis de humor negro y sarcástico. La película tampoco se toma demasiado en serio a sí misma y se agradece.

El cine conscientemente post Tarantino no tiene miedo en tomar de él sus recursos (mítico manga japonés en mitad de Kill Bill) y se vuelve tan ecléctica como desee. Esto también llega a la excelente composición musical del recientemente fallecido Johannsonn: un delicioso hibrido entre lo minimal y el rock, que al moverse entre dos corrientes tan opuestas acaba creando una pretendida confusión.

Pero Panos Cosmatos no es tan talentoso como para saber cuando parar. Y es que Mandy se acaba haciendo bola por la reiteración constante de recursos y el onanismo de su director, que alarga y alarga ciertas situaciones por mera recreación estética. Así pues, el ejercicio de estilo se agradece, pero se atraganta. Era una apuesta valiente, ciertamente subversiva pero quizá no tan rompedora si se saben ver sus referencias.
Adrianosonn
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