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España España · . ¯\_(ツ)_/¯ .
Voto de Jose_Lopez_5:
4
Ciencia ficción. Acción. Aventuras Miles de años después de la destrucción de la civilización por un cataclismo, la humanidad se ha adaptado y, ahora, existen gigantescas ciudades en movimiento que vagan por la tierra sobre enormes ruedas absorbiendo a los pueblos más pequeños para obtener recursos. En una de esas colosales urbes Tom Natsworthy (Robert Sheehan), proveniente de la clase baja de Londres, deberá luchar por su vida junto a la peligrosa fugitiva Hester Shaw ... [+]
4 de enero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el 2001, el escritor británico Philip Reeve vio cómo la vida le sonreía. Tras varios intentos había logrado por fin que su novela distópica de ambientación steampunk "Máquinas mortales" fuera aceptada para su publicación. Y no solo eso, sino que la edición fue acompañada de unas buenas ventas.

La novela acabó siendo la primera de una saga de libros ambientados en un futuro distante, a varios miles de años vista, en donde la humanidad casi se ha extinguido. Sin embargo, una parte de lo que ha sobrevivido, sin apenas recuerdos de lo que otrora fue, lo hace sobre descomunales ciudades rodantes; estructuras masivas de cientos de metros de alto, e incluso kilómetros de largo, que se desplazan sobre enormes sistemas de tracción. Su función es malvivir, absorbiendo y desmantelando otras ciudades que pacen en un descomunal páramo que antes fuera el mundo actual. Es lo que se viene a denominar darwinismo municipal. Vamos, que el grande se come al chico.

Philip publicó estos trabajos entre el 2001 y el 2006, estando destinados a adolescentes, por lo que no había más cera que la que ardía. Sin embargo, un reluctante y forradísimo Peter Jackson le echó el ojo al primer trabajo, de tal modo que, ya en el 2009, circuló la noticia de que quería llevarla al cine.

No fue así, pues antes se cruzó en su vida ese desvarío que terminó siendo la trilogía de "El hobbit" (2013-2014). Pero, al finalizarla, y en un acto de megalomanía notable, retomó la adaptación al cine de ese universo de ciudades móviles. Quién sabe si con intención de montarse otra saga cinematográfica. Eso sí, la dirección corrió a cargo del advenedizo Christian Rivers, quedando Jackson como uno de los tres guionistas y como productor.

La aventura, no obstante, concluyó de mala manera en el 2018, porque la película homónima fue un chasco. Prueba de ello fueron sus $100 millones de presupuesto, incubribles con los $83 millones de taquilla, en lo que fue una pifia en toda regla. Los fallos de la cinta son varios, y en absoluto difíciles de identificar.

Así, la película peca de un exceso de épica insufrible. Las ciudades no son las únicas descomunales, pues toda la historia es una aventura excesiva en donde apenas se da un respiro al espectador, atrapado en una especie de batalla final que nunca acaba. Esto, amén de impedir el desarrollo de los personajes, satura a quien la ve, ya que el relato es un carrusel de proezas. La consecuencia más inmediata es que cuesta recordar de qué va la película.

Otro escollo es que Jackson intentó meter demasiado material en la cinta, sobrecargándola sin miramientos. Quien la ve tiene la sensación de que han querido describir un universo entero. Tanto que, al final, no se cuenta nada al pasar de puntillas sobre todo. Es un caso de manual de abarcar mucho y apretar poco.

Duele también el maniqueísmo de sus protagonistas, herencia del texto primigenio, así como un buen puñado de topicazos irritantes que lo tornan todo previsible. No miento al afirmar que me cuesta imaginar a un espectador sorprendido por algo de lo que sucede, salvo que sea un niño.

Y luego está el marrón de la suspensión de la incredulidad, la cual es asesinada casi desde el primer minuto. Todo lo que sucede exige unas tragaderas tan enormes al espectador que éste no tarda en tirar la toalla y desconectar. Normal que los destinos de los personajes importen un pimiento.

De todas las opiniones leídas, me quedo con la que la describe como una monstruosidad hecha con retales de otras películas, caso de "Matrix" (1999), "Mad Max 1 y 2" (1979 y 1981), "La guerra de las galaxias" (1977) y Dios sabrá qué más.

En resumen, un trabajo que atropella al espectador como una apisonadora y, al final, solo queda claro que los efectos especiales por ordenador son muy chulos. Coincido con quienes han visto en este fracaso de Jackson la misma jugada errónea que intentaron las hermanas Wachowski con "El destino de Júpiter" (2015). Mismas motivaciones e iguales resultados.
Jose_Lopez_5
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