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España España · Somewhere Far Beyond
Voto de Richy:
9
Drama. Bélico Berlín, abril de 1945. La guerra está sentenciada, pero en las calles de la capital del Reich todavía se libra una encarnizada batalla. Adolf Hitler (Bruno Ganz) y sus fieles se han atrincherado en un búnker. Entre ellos se encuentra Traudl Junge (Alexandra Maria Lara), la secretaria personal del Führer. En el exterior, la situación se recrudece. A pesar de que Berlín ya no puede resistir más, Hitler se niega a abandonar la ciudad y, ... [+]
25 de marzo de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A medio camino entre el cine y el documental, apareció en las pantallas de todo el mundo este polémico y delicado retrato del que, posiblemente, sea uno de los hombres más odiados y, a la vez, más venerados en la historia de la Humanidad.

Muchos han criticado la cinta por ser excesivamente simpatizante con Adolf Hitler. Es de conocimiento público que el Führer era condescendiente y amable con su entorno más cercano, y en la película se ve claramente en el trato dispensado a sus secretarias, más cercano al de un pobre abuelo desvalido que al del canciller del Tercer Reich. En sus últimos días dentro del führerbunker, gustaba de reunirse y comer con ellas en soledad. En la cinta, esas escenas de tranquilidad y desasosiego contrastan con las reuniones con los altos mandos, en las que perdía los papeles y renegaba de todo el estado mayor, acusándoles de traidores y desertores. La Historia le daría la razón en este aspecto.

Ver a Hitler en tan deplorable estado físico y mental es una dura prueba para la conciencia colectiva, alimentada a lo largo de la historia con la idea de un ser cruel, despreciable y megalómano, obsesionado con el misticismo nazi del que se empapó desde su juventud en la Sociedad Thule, de la que tomó las ideas xenófobas y de pureza de la raza que tuvieron tan triste proyección en Auschwitz. No niego que fuera un verdadero monstruo, pero Bruno Ganz hace tan creíble su lenta decadencia que hay veces en las que es inevitable sentir algo de compasión por él. Ese temblor de manos provocado por la ansiedad, esas ideas seniles de seguir movilizando unidades fantasma para la defensa de Berlín, ese caminar encorvado con la figura hundida... son detalles con los que Hirschbiegel quiere darnos a entender que Hitler estaba cansado de la vida, de las traiciones y de la ineptitud de sus generales. Pero, a pesar de maldecir a la Luftwaffe, a las SS y a su mano derecha, Heinrich Himmler, nunca perdió su orgullo ario y su idea de perder la vida por Alemania.

No deja de ser interesante la crítica que Hirschbiegel hace sobre el honor patrio. Los generales y comandantes están siempre dispuestos a pegarse un tiro en la sien sólo por no verse cogidos prisioneros por manos bolcheviques. La conversación que tiene el doctor Ernst Günther (gran interpretación de Christian Berkel) con un diplomático que quería quitarse la vida, ejemplifica muy bien ese aspecto en una cinta en la que todo el mundo da más importancia al concepto del honor que a la propia vida en sí misma.

Por último, decir que Traudl Junge refleja en su persona la ignorancia del pueblo alemán sobre lo que hacía su bien amado Führer en realidad. La declaración final de la auténtica Traudl no deja de ser un triste intento victimista, intentando justificar su ignorancia con una tímida denuncia de los horrores cometidos en el Reich.

Indispensable para conocer, con verdadero rigor histórico, uno de los personajes más cruentos de la Historia.
Richy
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